Año 1931. Goicoechea estaba convencido de que se podía reducir el alto número de heridos y muertos que había en los accidentes de tren. Sentía que aplicando el procedimiento que había trazado podría conseguirse un vehículo más rápido, más seguro y más barato.
Diez años después, hace ahora 80, un prototipo de convoy, con estructura de aluminio, hacía un recorrido en pruebas entre Madrid y Leganés.
Iniciada la década de los 40 se hace un viaje entre Madrid y Guadalajara, en el que se alcanzan los 115 kilómetros por hora. Sin embargo, el régimen de Franco, con el que tanto simpatizó al principio, tenía otras prioridades, en plena posguerra. De modo que, al final, es el empresario José Luis Oriol quien financia el proyecto.
El modelo diseñado por Goicochea fue construido en Nueva York en 1949. En febrero de 1950, llegan a España 3 locomotoras y 32 coches Talgo, acabados en los talleres de la American Car and Foundry. Era la culminación de un proyecto de tren concebido bajo la idea de que resultara imposible su descarrilamiento
El Talgo, el 'Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol’ se convirtió en un modelo de éxito, con repercusión internacional. Goicoechea sentía que, como ingeniero, sus creaciones podían ir más allá.
Hace aproximadamente cinco millones de años el Mar Mediterráneo era un desierto de sal. Europa y África estaban unidas a través del sur de la Península Ibérica hasta que ocurrió el hundimiento y el agua comenzó a fluir desde el Océano Atlántico. Así se formó el Estrecho de Gibraltar, separando dos continentes.
La idea de volver a conectar Europa y África procede del XIX. Pero, en el siglo XX, el ingeniero e inventor Alejandro Goicoecheapensó cómo hacerlo. Propuso un plan que fue descartado. Planteó un tren colocado en un émbolo encajado en un túnel e impulsado por aire comprimido. Goicoechea vaticinó que ese túnel se construirá durante el siglo que estamos viviendo.
Fue Julio Verne quien escribió que cualquier cosa imaginada, alguien podría hacerla realidad.