¿Cuántas historias extraordinarias conocen? Hoy vamos a contarles una. La maniobra de evacuación de los niños de Winton sucedió poco antes de que las tropas de Hitler ocupasen Praga. Los nazis ya estaban tomando posiciones en los Sudetes, al norte de Checoslovaquia. Se conocía lo que iba a pasar, el miedo era fundado. Miles de familias judías huyeron despavoridas hacia Praga. Sabían que no iban a estar a salvo por mucho tiempo; pero, en aquel momento, para algunos, la supervivencia tenía horizontes mínimos. Cada día contaba.
Nicholas Winton fue un empresario británico. Su comportamiento fue memorable, sus desvelos han sido comparados con los de Oskar Schindler, el ciudadano alemán que salvó la vida de 1.200 judíos empleándolos en sus fábricas de Polonia y Checoslovaquia durante la guerra. Pero, a diferencia de Schindler, la historia de Winton permaneció en el olvido durante más de 50 años. Nadie le recordó en todo ese tiempo.
En 1988 se descubrió lo que aquel hombre había hecho, lo que había conseguido. El guion de la película relata ese proceso: el instante emocionante de justicia y reconocimiento a un anciano. Por lo que había hecho cuando era joven. Resulta conmovedor que é no albergase ningún tipo de vanidad. Ninguno.
No fue él quien sacó a la luz lo que hizo. Nicholas Winton permaneció callado, sin pedir ni esperar nada. Tuvo un comportamiento heróico pero seguía sintiendo dolor. En su memoria permanecía el tormento. La amargura por los niños que no pudo salvar.
Ocho trenes. Ocho trenes. Por qué no fueron más. Esa pregunta seguía en el interior de su conciencia 50 años después, sabiendo lo que pasó en Praga con los judíos. Ocho trenes, por qué no fueron más.
Cincuenta años después pasó algo fabuloso. Los buenos seres humanos, en ocasiones, reciben el pago más reconfortante que existe: reciben los abrazos, las miradas del agradecimiento máximo, las lágrimas de la emoción más verdadera y turbadora, las lágrimas contenidas durante 50 años. Es una oportunidad para llorar bien, para emocionarse con motivo, viendo al formidable Anthony Hopkins encarnando la piel de Nicholas Winton.
Winton tenía previsto un viaje de esquí aquel invierno. Pero, intuyendo lo que estaba a punto de pasar viajó a Praga. Y comenzó a concebir un plan. Su plan salvó la vida de centenares de niños. Los que iban en el noveno tren acabaron en campos de concentración.
Desde este viernes en los cines se cuenta la historia real de Nicholas Winton. Un hombre corriente que para siempre será un inolvidable. Porque quien salva a los niños salva al mundo entero.