La historia de la desaparición de Jessie Earl
A John y Valerie Earl les gustaría poder decir que su hija fue asesinada. Sería un gran alivio. Ellos lo saben, pero, oficialmente, Jessie lleva 38 desaparecida.
Jessie Victoria Earl nació el 16 de diciembre de 1957. Murió en mayo de 1980. Y fue enterrada el 7 de julio del año 2000. Esta secuencia a saltos se explica con una desaparición sin resolver y en extrañas circunstancias.
Tenía 22 años cuando estudiaba en el Instituto de Arte y Diseño de la localidad costera Eastbourne, al sur de Gran Bretaña, famosa por sus acantilados blancos.
El miércoles 14 de mayo de 1980 telefoneó a su madre desde una cabina para decirle que había obtenido buenas calificaciones, y que iría a visitarles el viernes a Londres como solía hacer cada 3 o 4 semanas. Pero nunca llegó a casa.
"Son las 9 y media de la noche del Viernes, y Jessie no ha llegado… son las 10:30, ya pasó el último tren" y tampoco, recuerda su madre. Al día siguiente Valerie se dirigió a Eastbourne al piso de su hija. La casera le abrió pero le dijo que no estaba allí. La ventana de su habitación estaba abierta, el bolso sobre el sillón y su diario abierto en el suelo. Para Valerie "era como si una mano gigante" hubiera sacado a Jessie de allí mismo.
Se desvaneció. Sin dejar rastro alguno. Ni una sola pista, ni un hilo del que tirar.
Valerie y John organizaron búsquedas, largos paseos peinando cada centímetro cuadrado de los acantilados por los que Jessie solía pasear. La policía condujo una investigación, que cerró sin éxito.
John creía verla cada vez entre la multitud. Pero se plantaba delante de la chica que creía podía ser su hija y nunca era ella. Jessie fue el primer pensamiento de su padre John cada mañana durante 9 años. Fue entonces cuando la encontraron.
En Julio de 1979, un padre y su hijo vuelan una cometa en el cabo Beachy. El viento o quizá un despiste hace que el pequeño suelte la cometa, que se aleja unos metros hasta aterrizar en una zona de matorrales. El padre estaba preparado para darla por perdida, pero ante la insistencia del pequeño fue a buscarla.
"Bajo la cometa vio una cráneo. Era Jessie", relata John Earl.
La noticia tuvo difusión en los medios. "Todo apuntaba a que fue un asesinato", explica el investigador Mark Williams-Thomas. Sin embargo, se archivó como un 'Cold Case', un caso sin resolver.
Este investigador está solicitando la apertura de una nueva investigación. A estas alturas, no puede resolver el asesinato de Jessie. Pero pretende al menos iniciar el tedioso proceso legal para que se modifique el veredicto y deje de ser una desaparecida más para ser reconocida como la víctima de un asesinato.
Sus pesquisas le han llevado hasta un asesino en serie que cumple tres condenas permanentes (mínimo son 30 años entre rejas) por el asesinato de tres chicas jóvenes: Peter Tobin.
Durante un interrogatorio, un agente de la policía de Escocia, donde Tobin fue detenido, le pregunta si no piensa colaborar con las familias.
- "No pienso hacer una mierda", responde Tobin.
- "¿Ha matado a alguien más?", pregunta insistentemente el oficial.
- "Pírate y tira tu dinero", es todo cuanto el convicto tiene que decir.
Sin una confesión de este sospechoso, con un caso cerrado y sin nuevas evidencias, nada se puede hacer. Pero a John y Valerie Earl les gustaría poder decir que su hija fue -oficialmente- asesinada.