Historia de la pregunta Feynman
Si un cataclismo estuviera a punto a destruir todo el conocimiento científico; pero, antes tuviéramos la oportunidad de transmitir en una sola frase lo más importante…cuál sería la frase que elegiríamos.
Qué frase dejaríamos como herencia del conocimiento adquirido por la humanidad antes del gran cataclismo, antes de la desaparición. La cadena británica BBC ha recuperado esta pregunta que hace 60 años planteó el premio Nobel de física Richard Feynman. Cuál es la frase más importante de toda la Ciencia. Esa cuestión fue la que dejó escrita en la pizarra antes sus alumnos universitarios del Tecnológico de California. Ese fue el ejercicio de reflexión que pidió quien está considerado el científico más influyente después de Albert Einstein. Y como Einstein, Feynman era todo lo contrario a lo que podemos considerar un tipo solemne. Feynman era carismático, irreverente, entretenido y asombrosamente inteligente. Fue él quién propuso aquella pregunta: cómo destilar en una sola frase lo más trascendente de cuanto hemos aprendido.
Feynman se crió en los tiempos de la Gran Depresión, en el seno de una familia trabajadora que vivía en las afueras de Nueva York. Para entrar en la Universidad de Princeton, Richard logró la máxima calificación en el examen de ingreso de matemáticas y física. Poco después, a la novia de Feynman le detectaron tuberculosis que siendo una enfermedad contagiosa, entonces, en la mayoría de los casos, también resultaba mortal. En cuanto se confirmó el diagnóstico, Feynman pidió matrimonio a Arline Greenbaum. Meses antes del enlace ocurrió algo que cambió los planes científicos con los Feynman había soñado. Su vida -en poco tiempo- quedó trastocada por acontecimientos íntimos, inmediatos y generalizados.
Tras el bombardeo de Pearl Harbour, Feynman fue contactado para que se uniera a un proyecto de alto secreto: era el proyecto Manhattan, cuyo objetivo consistía era construir la bomba atómica.
Arline se murió cuando él ya estaba trabajando en un laboratorio gubernamental en Los Álamos, Nuevo México. Se murió su compañera, casi al mismo tiempo que murieron 250.000 personas con las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Feynman tuvo que enfrentar la pérdida de su amor y la pérdida de su inocencia. Él había sido determinante en la concepción del arma más devastadora que jamás hubiera sido creada. Estaba conmocionado. Y entró en un terreno emocional cenagoso. Entró en una depresión.
Fueron las dudas las que le sacaron del hundimiento. Las dudas asociadas a la física cuántica. Se preguntaba cómo podía ser que Newton estuviera equivocado. Se precisaban ideas nuevas. Y él se dispuso a afrontar aquel abismo con un método que fue considerado extravagante. Se puso a dibujar hasta encontrar una manera pictórica de pensar. Y fue así como plasmó los conocidos diagramas de Feynman.
Estamos escuchando cómo Richard Feynman daba una clase magistral en un aula magna. Sus alumnos recibían la complicidad del profesor con unas risas en medio de la explicación del Nobel.
Allí planteó la pregunta que ha recuperado la BBC. Si un cataclismo estuviera a punto a destruir todo el conocimiento científico; pero, antes tuviéramos la oportunidad de transmitir en una sola frase lo más importante…qué frase elegiríamos. La que eligió Feynman fue la evidencia atómica. Todas las cosas están hechas de átomos: pequeñas partículas en un movimiento perpetuo, atrayéndose entre sí cuando están a poca distancia, pero repeliéndose cuando se les trata de apretar una contra la otra. Ahí -decía- es donde está todo.