Historia de Simone de Beauvoir, desnuda
Se dice que Jean-Paul Sartre era incluso más feo en persona que en sus fotos. Ella era guapa y más alta que él.
Esta música que escuchan -en este momento- es la que acompaña la escena final de 'Centauros del desierto'. Son 50 segundos de plano secuencia en el que todos van entrando en casa, quedándose fuera únicamente Ethan, el protagonista, y terminándose la película con un fundido a negro mítico en la historia del cine cuando la puerta se cierra.
Cuando le preguntaron a Orson Wells por los tres mejores directores de la historia, el señor Wells dijo entonces: John Ford, John Ford y John Ford. A Simone de Beauvoir y a Jean-Paul Sartre también les gustaba John Ford porque les encantaban los wenster. Con el final de esa secuencia de Centauros comienza esta historia, una historia sobre ella.
Año 1929, dos estudiantes de filosofía emprendían una historia de amor que habría de durar 50 años. Ella sabía que una mujer que no teme a los hombres, les asusta. Pero, ni ella le temía ni él se asustaba. La vida sentimental de Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre fue muy cuestionada en un tiempo en el que no era habitual no casarse ni tener hijos y menos aún tener una relación abierta. Y ellos la tenían. Se tenían mutuamente teniendo a a la vez otros amantes. Decían que sólo así podían ser consecuentes con la idea de libertad que ambos sostenían.
La voz que escuchan es la de Jean- Paul Sartre. Está contando que la idea de libertad puede que le surgiera en clase de filosofía. Añadiendo que el ser humano es absoluto responsable del uso que haga de esa libertad que le es inherente. Libre y responsable de sus decisiones y acciones.
Cuando en 1949 ella, Simone de Beauvoir, publica 'El segundo sexo', en la primera semana ya había vendido 20.000 ejemplares. Sólo en siete días llegó a la cifra que no alcanzan jamás, en toda su trayectoria comercial, la mayoría de libros que salen al mercado ahora. Los libros fueron en aquellos años lo que en este momento son las series. Eran entretenimiento, siendo además entonces una forma de cultura con carga de profundidad. Sartre nunca publicó nada sin que Simone de Beauvoir lo hubiera leído previamente palabra por palabra. Sin que lo hubiera leído y criticado.
Una vez él le pidió a ella que regresara antes de Estados Unidos solo para que le corrigiera un manuscrito. Han pasado ya 40 años de la muerte de Jean-Paul Sartre, y en 40 años los escritores han dejado de ser los más admirados. Fíjense, alguna vez ya hemos sacado el periscopio del tiempo para reparar en estos detalles. Pero es que resulta sociológicamente significativo que al entierro de Sartre, hace 40 años, acudieran más de 50.000 personas. Sartre, el tipo que rechazaba cualquier tipo de honor oficializado. Rechazó el premio Nobel. Por eso, Simone de Beauvoir rechazó cualquier despedida oficial por parte del estado francés. Los 50.000 que fueron al entierro fueron por su cuenta.
La voz que escuchan es la de Simone de Beauvoir considerando que lo que nos guía -como seres humanos- en gran parte es la preocupación por los otros y también la preocupación por la propia felicidad de uno. Ambas sentimientos -decía- están íntimamente enlazados. Hablaba del existencialismo.
Ella fue la ideóloga indiscutible del feminismo y una de las escritoras más relevantes del siglo XX. Capaz de profundizar en algo tan importante como el sentido de la vida. Simone de Beauvoir ya planteó los impactos sociales que tendría el envejecimiento de las poblaciones en los países occidentales, siendo sociedades basadas en la productividad. Reflexionó sobre los viejos como objetos de abandono o conmiseración. Siendo joven Simone de Beauvoir, en casa de su amante Nelson Algren, fue fotografiada desnuda desde el otro lado de una puerta. Sobre aquella foto se escribió en el New Yorker que esas son las cosas que pueden sucederle a una francesa en Chicago cuando se bourbo y se tiene la costumbre de dejar la puerta del baño abierta.