CON JAVIER CANCHO

Historia de una catedral donde ponen toboganes y dejan pasar al circo

Ya no se construyen catedrales. Pero, se ponen toboganes dentro. Lo hicieron en Norwich, el último verano. Y puede que aquello fuera lo más distinto entre lo más moderno que traen los tiempos de la nueva era.

Javier Cancho

Madrid |

Fue noticia durante el mes de agosto. Hubo polémica tras la instalación dentro la catedral de Norwich de un tobogán gigante. Un tobogán que ya ha sido desmontado. Norwich pertenece al condado de Norfolk, está a menos de 200 kilómetros de Londres. Es un enclave histórico en Inglaterra, con historias sórdidas como pueda haberlas en casi cualquiera de las sociedades humanas. En el siglo XII, en Norwich, tras el asesinato de un niño de 12 años se creó un libelo de sangre con calumnias en las que se acusaba a los judíos de utilizar sangre humana para sus rituales. Aquella campaña xenófoba trajo más muertes sin que el verdadero asesino del niño fuera capturado. En Norwich, sí, pueden encontrarse rastros perversos del comportamiento humano. Pero también episodios luminosos. En Norwich, comenzó la primera gira como actor de un tipo llamado Cary Grant.

Este es el instante en el que el gran Cary Grant agradecía a la academia de Hollywood el Oscar de honor que le entregaron hace 50 años.

Volviendo a Norwich, hace 50 días, los curas de la catedral metieron un tobogán dentro del templo religioso para que la gente pudiera tener un panorama distinto del interior catedralicio. El tobogán se elevaba 17 metros para después descender en espiral. Fue ubicado junto a las vidrieras. Los párrocos entendieron que su propuesta era una manera creativa de compartir la historia de la Biblia. Y de atraer a posibles feligreses. Sin embargo, también hubo críticas, que tratándose de la iglesia tenían maneras de severos reproches. El reverendísimo doctor Gavin Ashenden, el antiguo capellán de la reina de Inglaterra, dijo que la catedral había cometido un error. El reverendo Ashenden, obispo de la Iglesia Cristiana Episcopal, dijo que el clero de la catedral de Norwich había sido "poco profesional". Cuestionando que con el tobogán se fuera a atraer a nadie a la fe cristiana. Pero en su admonición, fue más allá: considerando impropio que semejante lugar, inmerso en misterio y maravilla, se deje llevar por el placer sensorial y la distracción. El reverendo Ashenden de la iglesia anglicana no perdió la ocasión para manifestar su recelo por lo sensorial; aunque, pensándolo con detenimiento, la contemplación de una vidriera catedralicia comporte sobre todo un impacto en los sentidos.

El tobogán permitía una experiencia única dentro de una catedral. En lo alto, antes del descenso, era posible recrearse en los detalles abovedados de la cúpula. De un cúpula hecha con un esfuerzo y laboriosidad formidables. En este tiempo de ahora, casi todo el mundo tiene opiniones, entonces, en los tiempos de la catedrales había convicciones. Teniendo presente que tanto las convicciones como las opiniones pueden estar equivocadas. En la catedral de Norwich están convencidos de que, a pesar de la opinión de la jerarquía de la iglesia anglicana, es bueno abrir la catedral a lo que pasa fuera de los muros del templo. Y entre lo último que se les ha ocurrido ha sido un coloquio dentro de la catedral con la primatóloga Jane Goodall. Aunque también han explorado actividades menos académicas. Los curas de Norwich organizaron acrobacias circenses para que se puedan contemplar dentro del templo. Consideran en Norwich que sorprenderse, reírse y ser creativo también y debe hacerse dentro de un templo religioso.

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