CON JAVIER CANCHO

Las tres veces que Miguel Servet fue quemado en la hoguera

Javier Cancho nos cuenta la historia de Miguel Servet, cuyo gran descubrimiento científico -la circulación sanguínea pulmonar- no sólo no fue apreciado por sus contemporáneos, sino que le condenaron a muerte por ello.

Javier Cancho

Madrid | 14.09.2021 19:23

Quemar personas en la hoguera fue un método de ejecución muy utilizado en la historia de la humanidad. Churrascar personas no fue considerado crueldad hasta finales del XVIII. Y fue en la lumbre donde murió el descubridor de la circulación sanguínea pulmonar.

Miguel Servet viajó mucho por Europa trabajando como secretario del fraile confesor y consejero del emperador Carlos V. Servet fue teólogo antes que un médico renacentista. Estudió la Biblia en hebreo y griego, llegando a la convicción de que la traducción oficial en latín había tergiversado la doctrina. Advirtió Miguel Servet, alguien había cambiado algunos aspectos fundamentales.

Fue de los primeros pensadores de los tiempos modernos en plantear el derecho de cada uno a seguir su propia conciencia y expresar sus propias convicciones. Con algo más de 25 años, y después de haber publicado varios libros cuestionando el dogma cristiano de la santísima trinidad, Servet, perseguido por la Inquisición, tuvo que cambiar de nombre y de vida. Y se puso a estudiar medicina en la Universidad de París.

En el libro V de su Christianismi Restitutio hay un planteamiento histórico: Servet explica la función de la circulación pulmonar. El aragonés comprendió que es el corazón el órgano que impulsa a la sangre para que se oxigene en los pulmones. Christianismi Restitutio se publicó de forma anónima en 1553; pero, alguien se chivó.

Reveló que el autor del libro era el hereje Miguel Servet, que se ocultaba bajo la falsa identidad de Michel de Villeneuve. Servet fue detenido, interrogado y encarcelado. Aunque, consiguió escapar. Así que fue sentenciado a muerte in absentia y quemado en efigie. Habiéndose fugado quemaron un muñeco a imagen de Servet, ardieron sus libros y en uno de ellos su gran hallazgo.

Meses más tarde fue denunciado por el mismísimo Calvino. Servet denunció que el gestor de la reforma protestante había hecho falsas acusaciones contra él. Pidió justicia, pero tras rechazar la existencia de divina Trinidad fue condenado a muerte.

Calvino trató de que se le aplicase una pena más piadosa: la decapitación. Pero Servet terminó ardiendo en la hoguera, esta vez de cuerpo presente. Fue quemado vivo con sus manuscritos y sus libros impresos.

Servet sería quemado una tercera vez: en 1942 el Gobierno francés colaboracionista con la ocupación nazi consideró que la escultura dedicada al médico era un monumento al pensamiento desviado. La estatua fue retirada y fundida al fuego.

Servet sostiene que el paso de la sangre desde el ventrículo derecho al izquierdo, no ocurre como se creía entonces, sino que por una larga y maravillosa ruta…la sangre es conducida a través de los pulmones, donde se agita y se prepara, donde se hace brillante y pasa desde la vena arterial a la arteria venosa.

Aquella afirmación fue una idea completamente nueva: explicó que la sangre deja el corazón y retorna al corazón. Por consiguiente, existía un circuito, una circulación, la circulación de la sangre.