El consejo de hoy lleva por título "Mantengámonos". Clama al cielo que la gente de mi generación sea incapaz de emanciparse, a merced de un mercado inmobiliario imposible y que a las supuesta izquierda de Podemos, plena de ideas geniales siempre aplaudidas por su corifeo, por sus aduladores y siempre contraproducentes no se le ocurra otra cosa que topar, como hacen los carneros, embestir, el precio de los alquileres. Sabiendo que eso reducirá notablemente la oferta.
El filósofo alemán Adorno se preguntaba hace medio siglo si la vida errónea podía ser vivida correctamente y eso se preguntan los jóvenes de este país. Empobrecimiento, movilidad social descendente, mengua de las expectativas, imposible es hacer recuento de las innumerables cuitas que de aquí fluyen y refluyen en un movimiento de incesante marejadilla.
Mi pregunta es ¿Cómo sostenernos en la zanja que hay que entre dos superficies firmes con un pie apoyado en cada sección? porque basta un leve corrimiento para que el hueco te engulla. No se puede andar erguido en un tiempo adverso a tu propia estabilidad o como decía Rilke en un célebre poema, "Quien no tiene casa, ya no la construirá".
Mi compañero de generación es, salvando las distancias, como el bocadillo catalán, que se define por su condición de estar entre un tiempo que ya pasó y algo que no llega, es decir, para evitar un entretiempo, un sempiterno interior. Por eso nuestra época es una fábrica de interinos que se saben contingentes y sustituibles como el interino que cada verano se va a la calle, está y no está en su puesto de trabajo. A la manera de un trabajador de Schrödinger. Dice el tópico boomer que bastaría con quitarse Netflix y el Festival de Verano para poder tener una vida buena. Lo que desconoce el tópico y los que lo enarbolan es que Netflix y el Festival de Verano quizás sean las última válvulas de seguridad que evitan el estallido social. Así que no nos hagamos daño.