Ya sabes que una de las atribuciones de los grandes creadores es que consiguen que veamos la realidad con arreglo a su mirada, como si de un caleidoscopio se tratase. Y un ejemplo sería Francisco Ibáñez, que aquí reverenciamos, del que tú te has acordado en alguna ocasión, que hasta ha protagonizado un episodio de 'La Cultureta', que ha entretenido a tres o cuatro generaciones de españoles y nos ha enseñado a llevar a cabo el consejo de hoy, tomárnoslo todo con humor.
Carlos, bien mirado, ¿no te parece que nuestra política es muy de Ibáñez? Hay una vieja historia suya que va como un guante a nuestro presidente, encantado de conocerse, que lleva por título Don Pedrito, que está como nunca. Félix Bolaños tiene mucho de Mortadelo, siempre de etiqueta y con gafas, dispuesto a disfrazarse de lo que sea con tal de acatar las órdenes del jefe: ora de sherpa, ora de superministro, ora de sepulturero… Escrivá tiene mucho del profesor Bacterio, ese gran genio de lo suyo, repleto de ideas brillantes que luego, sin embargo, no comunica del todo bien.
En cuanto a los socios de coalición, facilón sería decir que los miembros de Podemos recuerdan a otro celebrado tebeo de Ibáñez, Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo, debido a su escaso tiempo cotizado antes de entrar en política, o que el amiguismo que cunde en el de Igualdad recuerda a Doña Pura y Doña Pera, vecinas de la escalera. O que el bono joven king size que ha propuesto Yolanda Díaz nos hace rememorar Historia del aguinaldo que le dieron a Teobaldo.
Pero, sobre todo, uno se acuerda de una sátira de las novelas de caballerías que se titula 'El caballero Buscabollos', y que bien podría aludir al ministro Garzón, alanceando como Quijote a las empresas de bollería industrial, en las que ve gigantes, y no meros molinos para moler la harina de los bollos.
No creo que, como se dice comúnmente, Ibáñez haya retratado fielmente a España. Creo, más bien, que España, tal y como la conocemos, es una invención de Ibáñez. Así que tomémonos las cosas a chacota y no nos hagamos daño