La debilidad de Bartomeu y su junta directiva del Barça, a las puertas de una moción de censura que les va a obligar a irse antes de las elecciones, porque han enfermado al club en un ambiente depresivo, que ha tenido que anestesiar un chico de 17 años llamado Ansu Fati.
Esa debilidad que se nota en la calle, y de la que se protegen amparados en las circunstancias de la epidemia, que no permite al público entrar a los estadios, porque si las circunstancias fuesen normales y el público pudiese entrar en los estadios, el público no les permitiría a ellos estar en el palco.
Pues esa debilidad se convierte en cobardía impostora cuando ayer la ley inhabilita al Presidente Torra, y los actuales directivos del Barça, con Bartomeu a la cabeza, se solidarizan con Torra, y desprecian la ley, para ganarse las simpatías de los independentistas.
Pero, ¿y los socios no independentistas? Que al menos son un 51% según las elecciones, ¿quién les representa? ¿quién se solidariza con ellos? Nadie.
El Barça, como tantos estamentos en Cataluña, está atemorizado y se solidariza con quien más ruido o más alboroto va a hacer en sus protestas; por miedo, por temor a esas elecciones a la presidencia, donde aún no he oído a ninguno de los candidatos decir que no son independentistas y me consta que alguno no lo es, como tampoco lo es Bartomeu, pero no se atreve a decirlo. Sí se atreve a solidarizarse con Torra, porque el silencio de los corderos no le da miedo, pero las amenazas de los independentistas sí. Cada uno es dueño de sus deseos para su tierra, pero la cobardía y la impostura siempre resultan deleznables.