Me siguen resultando extraños algunas medidas y protocolos, motivados por el coronavirus, para con el deporte. Por ejemplo, este fin de semana, en Galicia, los seguidores del Depor, al menos 2.000, podrán entrar en el estadio de Riazor el domingo por la tarde a ver al Depor con el Salamanca en su primer partido de la liga de Segunda B que comienza este fin de semana.
Sin embargo, en Vigo, a 160 km., ninguno de los aficionados del Celta podrá verlo jugar contra el Atlético de Madrid. Es la misma región, Galicia, y el mismo deporte, la diferencia es que el fútbol de primera división lo controla el CSD, que prohíbe la asistencia de público a los estadios, y el fútbol de Segunda B lo controlan las Comunidades Autónomas.
La normativa permite que al aire libre, y con mascarilla, puedan entrar 1.000 espectadores, otro absurdo, porque se supone que está pensado para estadios pequeños de Segunda B, pero 1.000 espectadores en Riazor, con capacidad para más de 30.000, es desproporcionado. Y en todo caso, ¿por qué no permitir en Vigo un porcentaje similar? Son las mismas circunstancias, salvando la categoría que supongo no aumenta los riesgos de contagio.
Por otra parte, los futbolistas que vienen de jugar ahora con sus selecciones, y han podido vestirse y ducharse en sus vestuarios, pasado mañana ya no pueden hacerlo; los de la selección el sábado se ducharon en la ciudad deportiva del Real Madrid después del partido; los del Cádiz tendrán que irse a ducharse a su hotel de Madrid. Es todo tan absurdo, que se hace necesario una corrección o al menos una explicación razonable y coherente.
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