Y en esa época estamos, la sociedad pasa factura por delitos canallescos como son las agresiones sexuales, que comenzaron a airearse hace unos días en el mundo del cine, y ahora han llegado al deporte: ese médico de la selección de gimnasia americana, que acumula ya más de 140 denuncias por acoso a niñas menores, algunas de ellas medallas olímpicas.
Futbolistas que acabaron en la cárcel por violaciones, y ahora se hace pública la condena de 9 años a Robinho, el que fuera jugador del Real Madrid e internacional con Brasil. Es unas cascada continua de acusaciones y condenas que van apareciendo ahora, como si la sociedad quisiera cobrarse justicia popular, en personajes, a los que el éxito les llegó de repente y la sociedad los idolatró, y les hizo creerse con derecho a todo, incluso a la humillación y el abuso sexual sobre quien les antojase.
Personajes admirados por su talento que tuvieron cuanto quisieron y pidieron, y que no puedes entender qué necesidad les llevó a cometer ese tipo de abusos, esa necesidad de humillar a personas que seguro les admiraban a ellos, y que terminaron aborreciéndoles.
No logro entender si esto ha sucedido siempre, si forma parte de esas probabilidades canallescas que lleva dentro el ser humano, pero sobre todo no logro perdonar a esos personajes a quienes la vida regaló talento en abundancia, oportunidades para utilizarlo y un éxito que les encumbró tanto que sintieron la necesidad de mirar a los demás desde arriba, como seres inferiores, que es como les vemos a ellos ahora, despreciables y descubiertos.