No pudo ser y tampoco anoche estuvo cerca, pero todavía queda esperanza porque todavía faltan 90 minutos, quién sabe si alguno más. Lo importante fue plantar cara a quien tiene el dinero por castigo. Desafiar al dragón de Mourinho, a los diablos rojos, al poderío físico de un enemigo plagado de jóvenes talentos, como ese tal Rashford, de sólo 19 años, futbolista y decatleta en la misma person ¡qué jugador!
Ya sabíamos que el Manchester pertenece a otro mundo. Con los 120 millones de euros que costó Pogba, el Celta reforzaría medio equipo, renovaría a Berizzo de por vida y le pondría una cubierta nueva a Balaídos que no destrozaría el viento. El valor del Celta y del celtismo fue reducir esa diferencia al máximo. Sostenerse durante la primera parte gracias a las paradas de Sergio Alvarez y salir a la carga después del descanso.
Imagino el orgullo de los aficionados celestes porque lo sentí yo mismo. El pez chico le estaba lanzando dentelladas al grande. Fue entonces cuando llegó el gol inglés, pero ni eso aplacó los ánimos de Balaídos. Mister Chip terminó de convencernos. El Celta ha remontado dos veces un resultado adverso en esta Europa League y dice el refrán que no hay dos sin tres. Si hay un galleo en la luna, no veo por qué no puede haber varios miles en la final de Estocolmo.