José Ramón de la Morena, sobre el atentado: "El fútbol nos puede servir como analgésico, pero nunca como somnífero"
Después de una noche de radio a la intemperie, porque encendimos El Transistor en el viejo estadio de Mestalla, en Valencia, que a esas horas y en el silencio de la noche parece un gigantesco monstruo de feria con las fauces abiertas, una falla indultada desde hace 98 años, una catedral del fútbol a la que acuden sus fieles con ese fervor pagano que solo fideliza el fútbol.
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Madrid |
Desde ese banquillo, anoche, sin luna en Valencia, escuché las ilusiones de Marcelino, el nuevo entrenador que presentaron ayer, y las de Carlitos Soler, el niño que conocí alevín, y que se ha hecho figura sin llegar aún a hacerse hombre, porque solo es un chaval de 20 años que sueña en un Valencia grande como el que conoció en su infancia. Aquí conocí también anoche al que va a ser su nuevo presidente, Anil Murthy, un singapurense de 44 años, que en tan solo 6 meses ha aprendido castellano. Me causó buena impresión el Valencia y su nuevo proyecto y sobre todo la nueva gente que lo va a pilotar. Ojalá lo consigan. Todo es manifiestamente empeorable, pero en el caso del Valencia no lo creo.
Esta noche en Suecia, se juega la final de la Europa Liga de Fútbol, lo que antes llamábamos UEFA, ninguno de los entrenadores finalistas, ni el del Manchester, ni el del Ajax, hicieron rueda de prensa ayer. Entendieron que el fútbol no debía distraer la atención de ese atentado en la noche del lunes. Y así es y así debe ser. El fútbol nos puede servir como analgésico, pero nunca como somnífero.