Además, nuestra selección se bloqueó y con ella Iniesta, que pretendía ayudar a Busquets y se gastó en carreras que no eran suyas.
Y por último porque sufrimos un arbitraje de peligro sordo pero ladino, de un uruguayo, cuando Uruguay puede ser el rival de España en octavos. Una suspicacia evitable, aunque el arbitraje fue horrible en cuanto a consentir faltas duras sin amonestaciones, y gracias a que el VAR anuló el gol en fuera de juego de los iraníes.
Irán es un rival muy incómodo, es como sacarte una muela sin anestesia, y no lo sabíamos, ahora quien lo sabe es Portugal, pero es Portugal el que ha de pasar por ese dentista el lunes, mientras España jugará a la misma hora con Marruecos, que tampoco es un rival cómodo pero son más valientes, además ya están eliminados.
Aun así, las sensaciones que dejó anoche la selección española fueron peores que el pasado viernes ante Portugal, y siguen las alarmas encendidas atrás, en defensa. Queda bien ante el vestuario decir que todos somos responsables del éxito y del fracaso, pero a veces el fracaso es evitable, si se sabe evitar.