"Maradona nunca quiso enfrentarse a sus excesos, fue a lo único a lo que no se enfrentó"
José Ramón de la Morena analiza en Más de uno la muerte de Diego Armando Maradona.
El mundo se sobrecogió ayer con la muerte de Maradona, al tiempo que todos añadían el comentario de "se veía venir", porque parece que la muerte de otros siempre se adivina a través de sus excesos, pero nunca vemos los nuestros. Maradona nunca quiso enfrentarse a sus excesos, fue a lo único a lo que no se enfrentó, porque tampoco pretendió ser el ejemplo de nadie, solo jugando al fútbol.
La vida la vivió primero como pudo, y después como le dio la gana. Pero hay personajes que no mueren nunca, porque no les dejamos morir. Se van, pero su recuerdo queda entre nosotros y lo vamos filtrando a las siguientes generaciones, a nuestros hijos y nietos, porque son balizas de nuestra vida y de nuestra historia, y todas las cosas que nos sucedieron las relacionamos con el personaje que marcaba la época, y uno de esos personajes es Maradona, al que el destino le hizo genio del fútbol, y la sociedad lo aplastó con halagos tan admirables como exagerados, hasta hacerle enfermar de ese mal de altura tan insufrible e insoportable. Él solo quería jugar al fútbol, pero le quisieron convertir en dios, y lo peor es que terminó creyéndoselo, y también murió en la cruz. En la cruz de los excesos a la que él mismo se clavó. Hoy Argentina llora a Maradona, y el fútbol español le homenajea con esos dos partidos de anoche en la Champions, en los que le recordaron, el Madrid en Milán, con brazaletes negros y siendo muy superior al Inter, aunque Arturo Vidal se pegó un tiro en el pie con sus absurdas y macarras protestas al árbitro, dejando con 10 al Inter desde el minuto 30, y casi fuera de la Champions. Y el Atleti con un minuto de silencio, pero después no fue capaz de hacer un gol a los rusos del Lokomotiv, que le van a obligar a ganar la próxima semana al Bayern o al Salzburgo después en Austria.