Nos situamos en Camboya, el país del mundo que sufre el mayor ritmo de deforestación, un 1,5% al año de pérdida de masa forestal. La desaparición de los bosques afecta a la fauna pero también a los acuíferos que surten de agua las plantaciones de arroz, el principal alimento del país. Sin agua no hay que comer y la población se organiza en brigadas para luchar contra las mafias de taladores de árboles. Es un proyecto que impulsan los jesuitas con el apoyo de Manos Unidas.