Hay protestas que parecen más pensadas para quitarle apoyo a la causa que defienden que para promoverlo. Cuesta ver cómo atacar a martillazos ‘La Venus del Espejo’, como pasó ayer en la National Gallery de Londres, va a ayudar a detener la producción de gas y petróleo, por muy ennombre del ecologismo que se haga. Pero es fácil ver el rechazo popular que genera atacar obras de arte icónicas. Y ese rechazo puede extenderse no solo a estos activistas, también a la causa que creen defender vandalizando museos para llamar la atención.
Los de 'Just Stop Oil', así se llama este movimiento de activismo que ellos llaman cívico pero que de civismo tiene poco, también son los que echaron un bote de sopa contra el cuadro de Los girasoles de Van Gogh y trataron de pegarse al cuadro de La Joven de la Perla de Vermeer. Quieren presionar al Gobierno británico para que se tome más en serio las políticas ambientales, pero como atacar a Velázquez, Vermeer y Van Gogh no logra mucha adhesión de la opinión pública, es improbable que su activismo logre lo que se propone. Más bien lo contrario.
Atacar cuadros para luchar contra el cambio climático es tan inútil como atacar sedes de partidos para defender la democracia. Anoche, una protesta en Madrid frente a la sede del Partido Socialista, en Ferraz, contra la amnistía, provocó disturbios y varios detenidos por desobediencia y atentado a la autoridad. Hubo bengalas, gases lacrimógenos y un intento de romper el cordón policial a la fuerza.
A esta manifestación no autorizada, acudieron unos cuantos miles de ciudadanos indignados con la amnistía. Entre ellos había dirigentes de Vox y de Falange, había también ultras condenados por el asaltos y por incitación al odio. Algunos lanzaron botes de humo contra la policía.
Hostigar así la sede de un partido no es defender la democracia, pero no es del todo inútil. Por el camino ayuda a legitimar a los que promueven la amnistía.
¿Moraleja?
Buscan protagonismo, y son puro vandalismo.