Algo terrible pasó la noche de Halloween. Algo realmente terrorífico. Miles de personas sufrieron la caída de Instagram, que para muchos es casi peor que cuando la semana pasada se cayó WhatsApp. Y sin casi.
Imagina toda esa gente recién disfrazada, con los niños vestidos de miedo, incapaces de poder compartir sus fotos en la red social para enseñarle a todo el mundo lo bien que les había quedado su look de vampiros, zombis y Frankensteins. Y lo más aterrador de todo, en algunos casos las cuentas habían desaparecido por completo y también los seguidores. Seguro que hubo a quien de verdad le dio mucho miedo perderlos para siempre.
En un momento en que cada vez es más difícil vivir las cosas sin hacerles una foto o un video para compartirlas, ni disfrutarlas sin ‘likes’, ha debido de ser muy desconcertante para quienes no podían entrar en Instagram, no tener más remedio que celebrar la fiesta de Halloween con las personas que realmente la estaban celebrando y no con todas las demás, de las que ya no podían esperar un mísero ‘like’.
Aunque quien más miedo debió de pasar con esto la noche de Halloween fue Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook que también es dueño de Instagram y de Whatsapp. En una semana dos de sus joyas de la corona han sufrido colapsos en todo el mundo. El gigante tecnológico caa ve inspira menos confianza y a sus problemas técnicos se le juntan que hace unos días en Wall Street se desplomaba su beneficio en bolsa. Los inversores no terminan de creerse de qué va esto del Metaverso ese, que da buenos titulares y poco negocio.
No es Facebook, ahora Meta, la única empresa tecnológica en problemas. También en vísperas de la noche de Halloween los accionistas de Google, Amazon y Microsoft se llevaron un buen susto por sus caídas en bolsa. Después de estar muchos años pareciendo invencibles empiezan a dar síntomas de debilidad. El día de Todos los Santos es también un buen momento para recordar que no solo las personas estamos aquí de paso, también las empresas. Son muchos los imperios que descansan en paz.
¿Moraleja?
Hasta los gigantes de la revolución digital, están empezando a pasarlo mal.