LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "Elon Musk, un 'absolutista' de la libertad de expresión"

Marta García Aller reflexiona sobre la compra de Twitter por parte de Elon Musk para "salvar a la humanidad" y la deriva de esta red social tras su adquisición.

Marta García Aller

Madrid | 28.10.2022 08:03

Elon Musk ha dicho que va a comprar Twitter para salvar a la humanidad. Teniendo en cuenta que lleva seis meses tratando de NO comprar Twitter, lo que quiere salvarse es a sí mismo de perder la demanda que tenía en un juzgado de Delaware por sus tejemanejes en un turbulento proceso de compra. El plazo que le dio el juez acababa hoy.

El hombre más rico del mundo, el que lo mismo promete llevarnos a vivir a Marte que fabrica coches Tesla, publicó un vídeo de sí mismo entrando en la sede de Twitter sosteniendo un lavabo. Musk sabe cómo hacerse viral en Twitter, ahora veremos si sabe cómo hacerlo rentable y a qué está dispuesto para conseguirlo.

En 2019, Musk decía que odiaba la publicidad. También se declaraba un “absolutista” de la libertad de expresión. Prometía abrir las puertas de Twitter a todos los que han sido expulsados, como su amigo Trump, por ejemplo. Y permitir que cualquiera publique cualquier cosa. Cuesta imaginar cómo va a salvar a la humanidad dar rienda suelta, aún más, a los discursos de odio en las redes.

Cuesta imaginar cómo va a salvar a la humanidad dar rienda suelta, aún más, a los discursos de odio en las redes

Pero como Musk es muy de decir algo y hacer luego lo contrario, a punto de adquirir la red social ahora dice que no se puede permitir que Twitter se convierta en un infierno de barra libre donde cualquiera pueda decir barbaridades sin que tenga consecuencias.

¿Qué ha cambiado? El dinero, claro. A los anunciantes les asusta la idea de que Twitter sea un entorno aún más hostil de lo que ya es y que si desaparecen los filtros que lo regulan mínimamente, aunque sea mínimamente, demasiada toxicidad espante a los usuarios y por tanto a las marcas.

Está por ver en qué se convierte Twitter con su algoritmo en manos de Elon Musk. Su modelo a imitar es WeChat, la app china que tiene un férreo control de lo que hacen los ciudadanos. Tiene más de absolutista que de libertad de expresión. De momento, el milmillonario amigo de Trump que cada vez se acerca más a Putin, tendrá una de las herramientas más influyentes políticamente.

¿Moraleja?

Cuando el hombre más rico del mundo dice que compra Twitter para “ayudar a la humanidad”, lo que le preocupa es la publicidad.