Ya que hay tanto interés últimamente en España en mirar a Reino Unido para distanciarse de sus errores, permíteme que traiga la última metedura de pata de un ministro de este Gobierno recién formado por si sirve de inspiración a que nadie la cometa por aquí.
James Cleverly, el titular de Exteriores, ha instado a la gente LGTBI que sea “respetuosa” con la cultura qatarí si visitan el país durante el Mundial de Fútbol. Sí, sí, ‘respetuosos’ ha dicho. También ha destacado lo importantes que son algunos socios de Oriente Próximo. Que se lo digan a la FIFA si son importantes. Y lucrativos, sobre todo lucrativos.
Es escalofriante pedir respeto a unas leyes y costumbres que acostumbran a encarcelar y torturar a la gente por su orientación sexual y más aún escuchárselo a un ministro europeo (porque aunque le pese a algunos británicos, europeos siguen siendo, que tras el Brexit al país no lo han cambiado de sitio).
Estará encantado el emir qatarí, que esta semana ha denunciado “la campaña sin precedentes” contra la organización del Mundial. Le parece que su país está recibiendo demasiadas críticas. Si no le gusta al emir qatarí que recordemos que su país criminaliza la homosexualidad, o que no respeta los derechos fundamentales, pues que no criminalice la homosexualidad y respete los derechos humanos.
Hay ciudadanos con la valentía que muchos gobiernos, federaciones deportivas y empresas no están teniendo
Es a los qataríes a los que hay que pedir respeto. Por hacerlo ha sido detenido en Qatar un activista LGTBI, británico, tras organizar una protesta frente a un museo de Doha, la capital, denunciando la represión a los homosexuales que ejerce el país. Y su ministro le pide respeto, ¡a él! Hay ciudadanos con la valentía que muchos gobiernos, federaciones deportivas y empresas, entre ellas los equipos, no están teniendo.
Los gobiernos occidentales están siendo demasiado cobardes o hipócritas para denunciar públicamente los terribles abusos contra los derechos humanos en el país en el que se va a celebrar el Mundial. Pero una cosa es que un ministro no se atreva a llamar homófobo, sexista y racista al régimen qatarí y otra que encima pida respeto para que puedan seguir reprimiendo a gusto.
¿Moraleja?
Si a los abusos contra los derechos humanos llamamos cultura, estamos blanqueando la tortura.