LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "Hablar de la gente de bien, suena a los años de Matusalén"

Marta García Aller reflexiona sobre el comentario de Alberto Núñez Feijóo criticando la Ley trans pidiendo a Pedro Sánchez que "deje de molestar a la gente de bien".

Marta García Aller

Madrid | 22.02.2023 07:38

Llevan tiempo los asesores de Pedro Sánchez buscando una expresión que caricaturizara la derecha como anticuada. Algo que ayudase a que Feijóo, que va delante en las encuestas, pareciera el representante de una minoría rancia y elitista. Y no les había salido nada mejor que una copia bastante obvia de la idea de Pablo Iglesias de la casta. Eso de acusar al PP de estar con “los de arriba”. Muy poco original. Muy de hace una década.

Feijóo le echó una mano ayer a Sánchez en el Senado caricaturizándose él solito, en propia meta. Para alejar al líder de la oposición de una idea de modernidad y derechos para todos mucho más resultona la expresión que el propio Feijóo utilizó ayer. “Deje de molestar a la gente de bien”, le dijo a Sánchez cuando estaba criticando la Ley Trans.

Y si ‘los de arriba’ suena a hace una decada, lo de ‘gente de bien suena’ a hace un siglo. ¡Gente de bien! ¿Quién será la ‘gente de bien’? ¿La gente de bien es la que critica la Ley Trans y todas estas moderneces LGTBI? ¿La que no molesta pidiendo derechos, la que vota como Dios manda?

Feijóo tuvo que salir a explicar en los pasillos del Senado a qué se refería con la "gente de bien". Los pasillos son la fe de erratas de la tribuna, el típex de los discursos falllidos. Y en el remiendo, el PP explicó que esa expresión incluye a "juristas, médicos y profesores", los colectivos que dice que el Gobierno no ha escuchado para redactar la ley trans. Pero hay juristas, médicos y profesores que sí defienden la Ley Trans. ¿Ellos no son entonces gente de bien? ¿Y los trans? ¿Son los trans ‘gente de bien’?

Feijóo ha terminado dando más explicaciones sobre su expresión ‘gente de bien’ que Sánchez sobre la ley trans y la reforma del Sí es Sí. Y es una pena, la verdad. Porque alguien podría haber aprovechado la sesión de control para explicarle a la gente de bien que la nueva norma no afecta a los tratamientos hormonales y quirúrgicos de los niños trans, que dependía ya de las comunidades autónomas, y además ya no serán necesarios para el cambio registral.

¿Moraleja?

Hablar de la gente de bien, suena a los años de Matusalén.