Desconozco la jurisprudencia de la palabra ‘turra’. Hemos hablado mucho del lawfare y de la separación de poderes y de que no haya una renuncia expresa a la unilateralidad en la ley de amnistía que hace posible la investidura de Pedro Sánchez. Pero, ¿y de la turra indepe?
Esa renuncia sí que debería haber quedado clarita en el preámbulo de la ley de amnistía a cambio del borrón y cuenta nueva. Si el Estado va a ejercer este acto de generosidad tan excepcional que es borrar los delitos de los que participaron en el procés, qué menos que a cambio haber pedido a los del procés, ya que no está la renuncia expresa de volverlo a intentar, al menos que se abstuvieran de dar de nuevo la matraca por el camino.
¿No podían, al menos, haberle exigido eso a Puigdemont a cambio de la amnistía? A ver, no tendría que renunciar a sus ideas, pero sí a acaparar impunemente el debate público de manera unilateral. Otra vez. Libertad de expresión, sí. Pero de turra no, por favor.
De la vuelta de la turra independentista no nos hemos escandalizado todavía lo suficiente. No es un riesgo menor. Lo recordabas, Carlos, el otro día. En la campaña electoral el mismísimo presidente Sánchez presumía de que se había calmado tanto la tensión en Cataluña que estaba ausente del debate. Y aquí estamos, a punto de empezar el debate de su nueva investidura con la vuelta al procés impregnándolo todo. Y tooooda la legislatura. Porque la amnistía trae el olvido penal del procés, pero a la vez lo revive vívidamente para todos los demás. Hoy en el Congreso de los Diputados, sin ir más lejos, el procés va a estar por todas partes.
Ya puede intentar Pedro Sánchez cambiar el foco del debate de investidura, empeñarse en poner bonito su día grande llenándolo de todos los planes que tiene pensados para su legislatura, que ni los que se oponen a la amnistía ni los que se la han puesto como condición van a dejarle cambiar de tema.
¿Moraleja?
Amnistiar el procés trae mucho descontento, y hay que sumarle el aburrimiento.