No es incompatible, no debería serlo, condenar la barbarie de Hamás con recordar que el derecho internacional humanitario prohíbe el castigo colectivo a toda una población civil. Ni es incompatible apoyar el derecho de Israel a defenderse del peor ataque sufrido en 50 años, con preocuparse por los gazatíes que no tienen lugar alguno al que huir para esquivar los bombardeos.
No es incompatible, no debería serlo, condenar el ataque terrorista que mató a más de 1400 israelíes, la mayoría civiles, con aumentar la ayuda humanitaria a Gaza, donde su población, la mayoría civiles, ya no tiene ni comida, ni agua ni electricidad.
No es incompatible temer por la vida de Noia y Yahel, dos adolescentes de 16 y 13 años, que se cree que fueron capturadas por Hamás después de que su madre fuera asesinada en un kibutz el sábado de los ataques. No es incompatible temer por su vida y la de los cerca de 200 rehenes que ha secuestrado Hamás con temer por la vida de Nuha y Fatin, dos bebés prematuros que nacieron el sábado en un hospital del sur de Gaza bajo los bombardeos, un hospital sin agua para sus biberones, y temer también por los miles de niños palestinos que están empezando a beber agua del mar porque, lo advierte la ONU, empiezan a morir de sed.
No es incompatible tener claro que Israel es una democracia con criticar al Gobierno de Netanyahu. Ni es incompatible denunciar que Israel ahoga a los palestinos con denunciar que Hamás lleva utilizándolos de escudos humanos desde que controla la Franja de Gaza.
Tampoco es incompatible, de verdad que no lo es, apoyar la ayuda internacional a Israel con temer una escalada internacional del conflicto en Oriente Próximo y pedir un control de la escalada de violencia. Ni es incompatible creer que una invasión de Gaza es una idea terrible con entender que la gente en Israel está todavía en shock por los ataques terroristas del sábado.
Nada de esto es incompatible, de verdad, con no tener por qué opinar de todo todo el rato.
¿Moraleja?
Israel y Palestina no es una película del Oeste, todavía al recordarlo no falta quien se moleste.