¿Adivinas quién ha dicho de Elon Musk que es un “racista” “verdaderamente malvado” al que conviene alejar de Trump? Un trumpista. Su ex asesor y ex mano derecha, Steve Bannon. Sean celos o no, Bannon habla con conocimiento de causa. Del racismo, por ejemplo, Bannon sabe muchísimo. De Elon Musk critica que tolere algunas formas de inmigración: él es de los que piensa que mejor prohibirla toda. Da igual el dinero, la formación o las visas. América para los americanos. Con esa política se habría ahorrado lidiar con Musk, que es sudafricano. Se habría ahorrado incluso a Trump, que es nieto de alemanes. Y pinta de nativo americano Banon tampoco tiene, así que de algún sitio debió de llegar su familia migrante.
Bannon le ha dado una entrevista al Corriere della Sera en la que asegura que de aquí a la investidura hará todo lo posible por vetar el acceso a la Casa Blanca del hombre más rico del mundo, que por cierto hasta hace pocos años simpatizaba con el partido Demócrata. Pero más allá de la amistad o la ideología, lo que une a Musk con Trump es el dinero. El magnate donó 270 millones de dólares a su campaña, además del favor del algoritmo de Twitter. Si eso no te da un asiento privilegiado en la toma de posesión del día 20 ya me dirás.
La donación de Elon Musk a Trump parece muy generosa. 270 millones. Pero es más bien una inversión. Una muy exitosa. A los pocos días de que Trump ganara las elecciones, la fortuna de Musk aumentó 90.000 millones. Lo repito que en la radio no se ven los ceros: 90.000 millones de dólares en una semana. Y más que aumentará cuando la cercanía al poder le permita impulsar leyes a favor de sus negocios, que van desde implantar chips en el cerebro a los coches autónomos de Tesla pasando por cohetes Space X. Acercarse al poder es muy rentable. Elon Musk lo tiene claro. Steve Bannon, también.
¿Moraleja?
Los magnates de Silicon Valley van de libertarios y son oligarcas milmillonarios.