Cómo se estará poniendo el sector inmobiliario en España que antes de perder una buena oportunidad ya hay quien prefiere la excomunión. Es el caso de las monjas clarisas de Burgos, que han renegado del Obispado y del Papa de Roma por negarles la compra de un monasterio en Orduña.
Las monjas herejes, las llaman unos. Las monjas rebeldes, las llaman otros. Monjas inversionistas, o mejor, independentistas las podríamos llamar. Pueden reivindicar su derecho a decidir ahora que el otro procés está de capa caída.
Se trata del primer cisma eclesial protagonizado por unas monjas en España; es decir, la primera vez que un grupo de religiosas protagonizan una separación en el seno de la Iglesia que, según el derecho canónico, puede suponer su excomunión. Lo más interesante de este cisma es que no tiene que ver con Dios, en realidad un buen cisma es siempre más humano que divino, pero en este caso lo reconocen las partes abiertamente.
Es una disputa mercantil por la venta de un inmueble. Las monjas, de la orden de Hermanas Pobres de Santa Clara, se cansaron de ser pobres. Y en las 70 páginas de comunicado que han enviado por whatsapp reniegan del Vaticano por bloquear la venta del inmueble de Derio. Culpan al arzobispo de Burgos de haberles bloqueado la venta del convento con el que pensaban sufragar la compra de un monasterio. Este movimiento independentista es también una lucha de poder, porque a la abadesa ya se le habían agotado las posibilidades de reelección. Malversación no sé si habrá, porque la abadesa tenía un misterioso benefactor de identidad desconocida. Es un cisma por dinero y por poder con la fe como coartada, es decir, un procés en toda regla.
Desde que ha trascendido el lío, el arzobispo de Burgos ha rogado a los fieles que “se abstengan de participar en ningún acto litúrgico” en el monasterio de Santa Clara de Belorado y en el de Orduña. Pero sabemos por el procés,el otro, la expectación que crea un buen cisma.
¿Moraleja?
Las monjas prefieren la excomunión, que perder un inmueble de ocasión.