LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "La paz no se vislumbra ni en la imaginación, solo vemos violencia y desesperación"

Marta García Aller reflexiona sobre el fanatismo de israelíes y árabes palestinos y recomienda el ensayo 'Contra el fanatismo' de Amos Oz para entender cómo lo que ahora está sucediendo en Gaza se podría haber evitado hace años.

Marta García Aller

Madrid | 16.10.2023 07:43

Cuando un taxista le dijo al escritor israelí Sammy Michael, hace ya 20 años, que los judíos tendrían que matar a los árabes, a todos, el novelista, atrapado en el asiento de atrás, le preguntó con paciencia que llegado el caso quién se suponía que debería hacer eso. El taxista le dice: ¡pues nosotros! Los judíos israelíes. No veía otra elección.

El escritor israelí, defensor de derechos humanos y presidente de la Asociación por los Derechos Civiles en Israel, le pregunta al taxista. ¿Pero quién en concreto? ¿Quién debería hacer ese trabajo? ¿La polícía? ¿El ejército? ¿Los bomberos? ¿Quién se encargaría de matarles?

El taxista se rasca la cabeza y opina: «Deberíamos dividirlo a partes iguales entre cada uno de nosotros». Y el escritor pacifista le responde: «De acuerdo. Suponga que a usted le toca cierto barrio residencial de su ciudad natal en Haifa y llama usted a cada puerta o toca el timbre y dice: “Disculpe, señor, o disculpe, señora. ¿No será usted árabe por casualidad?”. Y si la respuesta es afirmativa le dispara. Y luego oye en alguna parte del cuarto piso del bloque llorar a un recién nacido. ¿Volvería para disparar al recién nacido? ¿Sí o no?». El taxista queda callado un momento y finalmente le responde al pacifista: «Sabe, es usted un hombre muy cruel».

Lo cuenta Amos Oz en ‘Contra el fanatismo’. Un ensayo de hace 20 años muy útil para entender cómo lo que está pasando se podía haber evitado ahora que al horror en Israel le está sucediendo el pánico en Gaza.

La anécdota del amigo escritor le sirve al intelectual israelí para retratar al fanático como alguien carente de imaginación, incapaz de ceder o llegar a un acuerdo. Cuando Oz escribía 'Contra el fanatismo' todavía creía que el conflicto entre israelíes y árabes palestinos podía resolverse pronto. Que sería posible que dejaran de matarse dividiendo el país en dos patrias más pequeñas que ambos pudieran llamar hogar.

Lo terrible de recordar aquella anécdota 20 años después es que haya pasado a ser más difícil imaginarse a los fanáticos de ambos bandos llegando a un acuerdo que matando bebés, o dejándolos morir.

¿Moraleja?

La paz no se vislumbra ni en la imaginación, solo vemos violencia y desesperación.