Más que comisiones de investigación, habría que llamarlas comisiones de teatralización. Y ayer el ex ministro Ábalos tuvo un papel estelar. Si en vez de una comparecencia en la comisión de investigación en el Senado sobre el caso Koldo hubiera sido una audición, fijo le habrían dado el papel. A la pregunta de si le había decepcionado Koldo, el ex ministro de Transportes dijo que ha tenido tantas decepciones que las colecciona. Le decepciona también su propio partido por suspenderlo de militancia y la propia comisión a la que acusa de no respetar su presunción de inocencia. En esta obra de teatro, parecía la comisión juzgada. El coleccionista de decepciones, podría titularse. O las maletas de la que usted me habla. Aclarar no aclara nada, pero entretiene.
El catedrático Xavier Coller tiene un ensayo que se titula precisamente ‘La teatralización de la política: Broncas, trifulcas y algaradas’ en el que reivindica que en España va bien la política invisible, la que discute leyes a puerta cerrada y saca el trabajo adelante. Tras entrevistarse con 557 parlamentarios, Coller concluye que en cuanto salen del escenario, los políticos en España son capaces de llegar a acuerdos y sacar adelante más propuestas legislativas que mejoran la vida de los ciudadanos de lo que parece.
Hay mucha bronca impostada para llamar la atención. Óscar Puente, justo antes de insultar a Milei, lo explicaba el otro día. Presumía abiertamente de su agresividad en Twitter para llamar la atención. Si no, dice el ministro, pasas inadvertido y no te hacen caso.
Pero con la teatralización hay que tener cuidado. Tiene varios efectos secundarios. Uno es poner el foco donde no es. El día que España superaba por primera vez los 21 millones de afiliados a la Seguridad Social, se habló más de los exabruptos del ministro que de la cifra del paro más baja desde hace más de 15 años. Además, la teatralización puede erosionar la confianza en la política y deslegitimar la democracia. La intransigencia, impostada o no, pero se va contagiando.
¿Moaleja?
A la política le sobra teatralización, más resolver problemas y menos llamar la atención.