LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller, sobre Puigdemont: "Apurar la cuenta atrás le permite aumentar la tensión en las negociaciones"

Marta García Aller reflexiona sobre la ausencia de pacto de investidura debido a los cambios de opinión de Puigdemont para apurar los plazos y aumentar la tensión en las negociaciones.

Marta García Aller

Madrid | 06.11.2023 08:00

Lo más sorprendente de todo, y eso que cada vez es más difícil sorprenderse de algo en la política española, por lo alto que va estando el listón, es que haya tantos sorprendidos porque Puigdemont haya cambiado de opinión en el último momento y aún no se haya cerrado el pacto de investidura, que desde el Gobierno en funciones decían inminente la semana pasada.

Sorprenderse de que Puigdemont, cuando todo parecía cerrado, saque de la chistera una nueva condición para rebañar algún favorcito más a cambio de sus siete votos a Sánchez no debería sorprender a quienes recuerden quién es Puigdemont. Hombre, que fue él quien cambió de opinión en el último momento y en vez de convocar elecciones autonómicas, tal y como había anunciado, declaró la independencia. Fue quien hizo saltar cualquier atisbo de conciliación por los aires cuando cambió de opinión.

Y si pasó el 26 de octubre de 2017 por qué no va a pasar el 6 de noviembre de 2023. O el 7, o el 10. Tiene hasta el día 26 para seguir enredando. Puigdemont tiene en su mano el cable rojo y el cable azul, el tictac, y mucha experiencia como artificiero. Apurar la cuenta atrás le permite aumentar la tensión en las negociaciones. No hace falta que se eche para atrás, solo que parezca que puede hacerlo.

Así que sorprenderse de que Puigdemont pueda cambiar de opinión y apurar plazos para generar caos y ganar poder y ganar protagonismo, sorprenderse de verdad de que esto esté pasando, solo es posible para quienes no conocen a Puigdemont o quienes se han querido olvidar de quién es en realidad.

En el fondo, en eso consiste la amnistía. En hacer olvidar quién es Puigdemont y de lo que es capaz. Hace falta de verdad creer mucho en la amnistía, en su amnesia, para creer que además de olvidar delitos, una amnistía cambie formas de ser.

¿Moraleja?

Puigdemont sigue mareando a Madrid, nada le hace más feliz.