Para no tener ni para una Coca-Cola -eso le dijo a Ana Pastor- a Rubiales no le iba tan mal en Punta Cana. Porque para una Coca-Cola no, pero para un Porsche Macan S sí que tenía. Y para un rolex y un casoplón de 700 metros cuadrados; cinco dormitorios, cinco baños y piscina privada. Una villa de lujo por 1.000 euros la noche. Qué menos.
Hasta que hace una semana el ex presidente de la Federación decidió volver a España, con la Guardia Civil de comitiva en el aeropuerto para recibirle, vivía con su amigo El Nene en una mansión muy distinta a la que mostró en su entrevista de El Objetivo, cuando presumía de austeridad.
Es curioso este empeño de presumir de austeridad en plena instrucción del caso para sonar más inocente. Como cuando Rubiales le dijo a Pastor como con pena que él en Punta Cana se movía en un "todoterreno de ocho años" al que no podía ni echar gasolina porque tenía bloqueadas las cuentas. Se estaba refiriendo al Porsche que se compró hace un mes. Hasta la austeridad es presunta aquí. Además de cutre, y hortera, es una estrategia de dudosa utilidad.
Cuanto más esfuerzo haga Rubiales en parecer austero, más sospechoso se vuelve su nivel de vida de los últimos años. Presumir de austeridad impostada para sonar más inocente, deja más en evidencia que tantos lujos y tanto dinero le parece sospechosos hasta a él mismo.
Ahora Rubiales se queja de no tener ni para pagar el alquiler de su casa de Granada, que cuesta al mes lo que la de Punta Cana al día. No tiene ni para echar gasolina al Porsche, pobre. Y le ha pedido a la jueza que instruye el caso que le deje usar sus cuentas porque necesita una cantidad de dinero "razonable" para vivir. ¿Pero qué es lo 'razonable' para vivir para alguien que consideró razonable comprarse un Porsche hace un mes? No sé qué será más sospechoso, si su presunto enriquecimiento ilícito o su presunta austeridad.
¿Moraleja?
Qué dura tanta austeridad, denle algo a Rubiales, por caridad.