Estados Unidos podía elegir entre llevar a la Casa Blanca a la primera mujer presidenta en sus casi 250 años de historia o a un acosador sexual convicto de 78 años que ha hecho del machismo un argumento de campaña; podía elegir entre una ex fiscal y un expresidente con antecedentes penales y dos juicios políticos, incluido el que le acusa de instigar el ataque al Capitolio. Votaban sistema vs antisistema. Previsible vs imprevisible.
Y todo apunta que han elegido esto último. Lo imprevisible. Porque un segundo mandato de Trump puede ser muy distinto al de 2016. También mucho más peligroso para Europa. Primero, porque Trump ya no es la incógnita que era hace 8 años. Ni siquiera oculta sus propósitos autoritarios. También porque habrá ganado con propuestas mucho más radicales y sin rodearse de un gabinete que le pare los pies. Trump es mucho más peligroso que entonces y el mundo también lo es, con guerra en Ucrania y Oriente Próximo.
El próximo presidente de EEUU todo apunta que será el que dijo que “animaría” a Putin a "hacer lo que le dé la gana" con los países de la OTAN que no paguen sus facturas, como si en vez del presidente de Estados Unidos fuera el jefe de la mafia. A las 24 horas de ser elegido prometió poner fin a la guerra de Ucrania, algo que es difícil imaginar pueda hacer si no es dejando a Zelenski a merced del Kremlin.
Y cómo no va a estar Europa en vilo si Trump prometió un arancel del 20% a todas las importaciones, que pondría patas arriba el comercio mundial; También ha prometido poner la Justicia y al ejército en contra de sus enemigos políticos; y quiere deportar 11 millones de inmigrantes ilegales, muchos de ellos familias enteras pagando sus impuestos en EEUU desde hace décadas, lo que podría hundir un 13% del PIB; ha prometido lanzar misiles a México contra los cárteles de la droga. Todo esto resulta inverosímil. También lo era que Trump volviera a la Casa Blanca.
¿Moraleja?
Que Trump gane estas elecciones, cambiará el mundo durante generaciones.