2023 ya es el año más cálido medido en la Tierra desde 1850. Es también el de la mayor subida del nivel del mar y en el que más hielo se ha derretido. Así lo advierten desde la Cumbre del Clima COP28 que se celebra en Dubai. Desde allí estos días van a llegarnos numerosos estudios nos recuerdan que urge, sigue urgiendo, cada vez más, reducir las emisiones para que la cosa no vaya a peor.
Esto de que la cumbre del clima de este año se celebre precisamente en una de las capitales del mundo de los combustibles fósiles tiene su aquél. Qué mejor escenario para visibilizar la importancia de triplicar la inversión en renovables que la patria del gas y el petróleo, qué mejor lugar para hablar del cambio climático que un petroestado, y para de paso dejar claro todas las hipocresías y contradicciones que frenan la lucha contra el cambio climático.
El responsable de la cumbre del clima de este año es justamente, Sultan Al Jaber, ministro de Tecnologías Avanzadas del gobierno de los Emiratos Arabes, que es también jefe de su compañía petrolera nacional. Nadie duda que Al Jaber tiene mucho interés en impulsar las energías renovables, lleva tiempo en ello, pero más dudoso es que lo tenga también en que el mundo deje de depender del petróleo y gas, que es lo que hace falta para frenar las emisiones que contribuyen al calentamiento global.
Claro, que si se lo tomara en serio de verdad esta cumbre sí puede ser diferente. Si alguien podría transformar en fructíferos los acuerdos para eliminar gradualmente los combustibles fósiles son precisamente los países productores de petróleo, que son los que llevan más décadas presionando para frenarlos.
Este año ha sido histórico en el aumento de las temperaturas. El año que viene también podría ser histórico. Podría ser el año en que las emisiones de gases de efecto invernadero alcancen por fin su punto máximo y empiecen a disminuir. Sería un gran avance. Y puede suceder. Depende de lo que acuerden en Dubai.
¿Moraleja?
Sobran las razones para reducir las emisiones.
