Es curioso cómo las palabras llegan al diccionario. Algunas se toman su tiempo, otras llegan rápido. Es curioso que el ‘chundachunda’ haya entrado en el diccionario a la vez que el ‘perreo’, porque el perreo es lo que bailan los hijos ¡o nietos! de los que empezaron el chundachunda, maravillosa onomatopeya, hace ya 30 años. Sí, cada vez hace 30 años de más cosas.
Más tiempo que para el chundachunda se ha tomado la RAE para incluir criptonita, y eso que Superman tiene 80 años. Criptonita pero no relativo a Crypton sin a algo (o alguien) que nos quita energía o nos anula, una acepción más reciente.
Tampoco conviene correr demasiado. Mira si no lo que ha pasado con la palabra ‘tuit’. Entró en el diccionario en 2014 y Twitter ya ni se llama así.
VAR, el videoarbitraje del fútbol, acaba también de ser aceptado. Hasta que algo no existe no necesita ser nombrado. Pero también necesitamos palabras para acordarnos de que algo existe: sinhogarismo, por ejemplo, acaba entrar. Es una de esas palabras que hace visible lo invisible.
A veces algo es invisible aunque está por todas partes. De hecho es invisible precisamente por eso, porque vivimos tan acostumbrados a ello que ni lo vemos ni lo nombramos. Mira los machirulos. Mucho más antiguos que el chundachunda. Siempre los hubo, pero la palabra es reciente. Al diccionario acaba de llegar. El machismo siempre ha estado ahí, cambia la forma de verlo. Y necesitamos más palabras para visibilizarlo.
Una pena que el diccionario no incluya todavía la voz «señoro», neologismo para referirse al varón que muestra indiferencia o desdén por las reivindicaciones feministas, según la propia RAE explicaba en un tuit. Añadiría que el señoro es, o más bien es el que se cree, más educado que el machirulo. Señoro es una voz que necesita nuestro tiempo. Y buena señal que así sea. Muchos señores, muchísimos, no son señoros, y necesitamos el término para diferenciarlos. Aunque a veces haga falta el VAR. El feminismo es la criptonita del señoro.
¿Moraleja?
Ver qué palabras entran en un diccionario, es un espejo social extraordinario.