Tras meses retocando palabra por palabra la ley de amnistía con Junts y Esquerra, el Gobierno nos dijo que estaba impecable.
Aunque tan impecable no estaría si luego volvieron a remendarla a toda prisa a medida que los jueces iban encontrando motivos para imputar a los líderes del procés.
Y fue precisamente la parte de la malversación a la que anduvieron dándole más vueltas para estrechar al máximo el margen de interpretación de los tribunales y que Bruselas no sospechara que se estaban amnistiando delitos de corrupción.
Generó muchas dudas jurídicas en su momento que la ley de amnistía quisiera despenalizar el uso de dinero público para la independencia ilegal de Cataluña. Y, al menos de momento, no ha colado.
Cinco de los seis magistrados de la Sala de lo Penal consideran no amnistiable la malversación. Creen que los líderes del procés, a diferencia de otros muchos amnistiados anónimos que gastaron su propio dinero para los actos independentistas, sí se enriquecieron porque dispusieron de dinero público para saltarse la ley.
Así que no, estos magistrados no ven amnistiable el delito de malversación de caudales públicos a Puigdemont, Junqueras y compañía porque ven beneficio personal.
Más allá de la pirueta argumental y del debate técnico, lo interesante es el revuelo que ha creado la decisión del Supremo. Nos da la pista fundamental de la gran anomalía que es la ley de amnistía.
Porque la gran preocupación por el dictamen del Supremo no está siendo la consecuencia que tendrá en los procesados, sino en el futuro del Gobierno de España y el de Cataluña.
Que andemos haciendo cábalas de si habrá repetición electoral porque los que exigían la ley de amnistía se enfaden con los que se la prometieron a cambio de siete votos resulta esclarecedor. No hace falta ahondar en mucha triquiñuela legal para saber que no se puede legislar con nombre y apellidos, que las leyes no pueden atender a intereses particulares.
¿Moraleja?
Cómo no vamos a dudar de que la amnistía tenga un espíritu general, si de lo que pase con Puigdemont depende una repetición electoral