Explica que hasta el siglo XIX no se desinfectaba nada de nada. Todo empezó en los quirófanos, en los que al principio nadie se lavaba ni las manos. Los médicos iban de diseccionar un cadáver a asistir un parto, directamente, sin higiene ninguna, y claro, las muertes por sepsis eran bastante altas. Menos mal que al médico húngaro Ignaz Semmelweis se le ocurrió que a lo mejor lo malo se quedaba en las manos, no en el aire, y que lavárselas era muy importante. Costó convencer a la gente, pero los resultados le dieron la razón. Y desde ahí se llegó hasta el descubrimiento definitivo de los microbios.
Pero ¿con qué tipo de aparatos se desinfectaba en el pasado?
Al principio sólo con agua y lejía. Luego ya en el siglo XX empezaron a inventarse artefactos más sofisticados. Como por ejemplo la primera máquina para desinfectar libros. Se inventó en 1934. Es como un armario con estantes giratorios, como si fuera un asador de pollos.
Ahora, las bibliotecas ya están dándole vueltas a cómo desinfectar los libros ahora que van a reabrir en la fase 1. Aún se le está dando vueltas a cómo hacer seguro el préstamo de libros. En otros países lo que están haciendo es solo permitir que los libros los toque el bibliotecario y cuando se devuelvan tienen que pasar tres días de barbecho sin tocarse para que si hubiera gérmenes desaparezcan.