El inventor de El turco fue el húngaro Johan Von Kempelen. Se suponía que movía las fichas automáticamente, por eso era un autómata. Pero, aunque todavía tardará muchos años en descubrirse la trampa, en realidad este mecanismo de relojería no manejaba al autómata ni sabía jugar al ajedrez. Se cree que tenía un doble fondo y dentro había un ajedrecista experto y enano. El maniquí del turco tenía unos espejos en los ojos que al que estuviera escondido le permitía ver la jugada y mover el la ficha. El falso autómata, además, ponía nervioso a los ajedrecistas.
Sin embargo, años más tarde, el español Leonardo Torres Quevedo, sí inventó el primer autómata, aunque no podía jugar una partida completa.