Monólogo de Alsina: "Este 1-O se parece al de 2017 en que no hay República catalana, y en que los cabecillas aguardan la sentencia del Supremo"
Dos preguntas para esta mañana que iniciamos: ¿Cuántos incidentes, y de qué tipo, serán capaces de provocar los CDR con la excusa del aniversario? ¿Y cuánto y cómo tendrán que actuar los Mossos d'Esquadra?
Madrid |
O, añadiendo algo a esta segunda: ¿recibirán hoy los Mossos d'Esquadra alguna instrucción diferente a las que habrían recibido de permanecer en su puesto el director general que pegó la espantada ayer? El sonado portazo de un señor llamado Andreu Martínez. Se bajó del cargo 24 horas antes de que empezara este día que los mandos policiales consideran de alto riesgo de conflictos. Cuando a la policía autonómica le corresponde garantizar el orden público, la movilidad de los ciudadanos y la seguridad de los edificios públicos.
Difundir una nota alegando que te vas porque ya has cumplido tus objetivos es la mejor manera de confirmar que no te vas por eso. El director general de los Mossos se ha largado porque sabe que su idea del orden público y la de Joaquim Torra se parecen poco. Y porque cada vez que los CDR (y la CUP) se han quejado de que la policía autonómica les impida consumar sus sabotajes, o detenga a alguno de sus miembros, ha aparecido Torra para ponerle cara de ‘no me toques a los chicos que son las fuerzas vivas de nuestro movimiento’. ¿Qué movimiento? El movimiento nacional independentista.
Esta criatura deforme, compuesta por partidos, partidillos, asociaciones, sindicatos, colectivos subvencionados y grupos de alborotadores que sólo actúa unida en la embestida contra el Estado español. Y que se agarra a un aniversario como el náufrago al trozo de madera que aún flota cuando ya no queda barco.
Aquí el portavoz provisional de los náufragos, señor Torra.
Este primero de octubre del 19 se parece muy poco al de hace dos años pero se parece mucho al de 2018.
Lo de hace dos años no hace falta que se lo recuerde. Era domingo y a esta hora ya estábamos contándoselo. El gobierno central había prometido que no habría referéndum ilícito, el movimiento independentista dirigido por el gobierno Puigdemont-Junqueras extremó el desafío, los colegios se abrieron porque nunca, en realidad, se habían cerrado; los Mossos se limitaron a levantar acta de que allí había gente y no se marchaba, fueron apareciendo las urnas, se personaron Policía Nacional y Guardia Civil en algunos colegios a retirar las urnas, se encontraron con personas decididas a que no pasaran, hubo tirones, empujones, porrazos, antidisturbios abriéndose paso, Puigdemont se cambió de coche debajo de un puente y votó en un pueblo distinto al suyo, Soraya Sáenz de Santamaría dijo que referéndum no había habido y al final de la jornada salió Turull en la sede de Mediapro a ofrecer un escrutinio.
Tan inútil y tan poco transparente como todo lo demás. Ningún gobierno de ningún país se tomó en serio el resultado de aquello pero lo utilizó el gobierno de Puigdemont-Junqueras para proclamar que ya tenían un mandato popular para acudir al Parlamento a declarar la independencia. Que es lo que llegó el 27 de octubre y que es lo que llevó al fiscal general del Estado a de-nunciarlos por rebelión.
A aquel primero de octubre del 17 éste de hoy se parece poco. Bueno, se parece en que no hay República Catalana, sino comunidad autónoma, y en que los cabecillas de aquella operación tan audaz que permitió colársela al Estado español aguardan hoy la sentencia del Supremo. Junqueras aguarda en Lledoners y Puigdemont en el sofá de Waterloo.
Con el primero de octubre del año pasado, sin embargo, las diferencias son pocas. Mire cómo resumió la jornada La Vanguardia: ‘Intento de asalto al Parlament tras el aval de Torra a los CDR’. Esto es lo que tiene hacer memoria de la historia reciente. Que explica casi todo de lo que está pasando hoy, ahora.
Cientos de manifestantes, algunos de ellos embozados, se concentraron ante el Parlament, tiraron las vallas e intentaron tomar el edificio.
Gritaban ‘ocupemos el parlamento’, increpaban a los periodistas de medios nacionales, voceaban que no darían un paso atrás.
Y como recordaba La Vanguardia, el intento de asalto se producía horas después de que los CDR cortaran carreteras y ocuparan las vías del AVE en Girona. Y horas después de que Torra les animara a seguir metiendo presión.
El famoso apreteu.
Torra enciende la calle, decía la prensa catalana. Que era la forma light de decir Torra incendia la calle.
El director general de los Mossos, Martínez, compareció al día siguiente él solo para decir que no habían sido los CDR los que asaltaron el Parlamento, sino grupos de radicales no identificados. Intentaba congraciarse con su president, pero a la vista está que no lo consiguió del todo.
Un año después de aquello, estos son los planes que anuncian para los próximos días los grupos que integran el movimiento.
· El plan de la ANC es colapsar la red viaria. Es decir, arruinarles el día, o los días, a los trabajadores que necesitan circular para poder llegar a trabajar.
· El plan de los sindicatos independentistas es hacer una huelga general a mediados de mes. Es decir, obligar a los trabajadores a signficarse a favor o en contra de la causa.
· El plan de los CDR es liarla parda para que haya mucho ruido, mucho neumático quemado y mucho griterío.
· El plan de los siete de Sabadell en prisión preventiva era asaltar el Parlament y ocuparlo varios días. Además de intentar cortar el suministro eléctrico y sabotear alguna otra infraestructura. Todo en socorro del pobre pueblo catalán oprimido, la gente corriente.
Todos los planes pasan por los desórdenes públicos. Hacerle la puñeta al personal. La calle siempre será nostra y todo eso.
¿Y el plan de Torra cuál es? En su caso no puede aspirar a colapsar el gobierno catalán porque está en estado de colapso desde que él lo preside. El hombre que ya una vez incendió la calle parece decidido a disfrutar de nuevo de las llamas. Para bombero está claro que no sirve, así que ejerce de pirómano. ¿Para hacer luego qué? ¿Qué se puede esperar de un pirómano salvo que siga arrasando el terreno?
Torra echó la tarde ayer encendiendo velas en Montserrat y repasando la lista de los 131 presidentes que ha tenido la Generalitat (como si tuviera algo que ver la oficina recaudatoria que ocupaba el cura Cruilles con la administración autonómica que emana del Estatuto de Autonomía).
Y naturalmente siguió sin responder a ninguna de las preguntas que una mañana más habrá que hacerle: Ahora que ya se sabe quiénes son los siete detenidos de Sabadell, ¿los conoce de algo? ¿Le suenan sus nombres? ¿Se ha visto alguna vez con ellos? ¿Sabía que intentaron ejercer de correos entre Puigdemont y usted? ¿Estaba usted al tanto del plan para intentar (de nuevo) asaltar el Parlament? ¿Estaba al tanto el Centro de Inteligencia de su administración, Cesicat? ¿Le habría parecido a usted útil para la causa una operación como ésa: el Parlamento tomado al grito de ni un paso atrás? ¿Simpatiza con planes como ése? ¿A activistas como éstos los considera usted compañeros?