Es ley de vida: los tiempos cambian. Cambian las costumbres, cambian los métodos, cambian las preocupaciones ciudadanas. Cambian las campañas.
"Lo que prevalece en las campañas electorales son las emociones"
Durante mucho tiempo se dijo que el motor primordial de los votantes era la cosa económica. El empleo, los salarios, los impuestos. Gobernantes y aspirantes a gobernar recitaban indicadores, tendencias, porcentajes. Ahora, y como explica en sus charlas profesionales el reputado consultor Iván Redondo ---consultor y vicepresidente efectivo del gobierno--- lo que prevalece en las campañas electorales son las emociones. Porque el votante primero se emociona y luego, piensa.
Redondo es de los mejores en lo suyo. Y lo suyo es ganar elecciones, que es para lo que les contratan los partidos, no para gobernar el país. Se podrá alegar que cuando uno es gurú electoral y, a la vez, gobernante puede generarse un conflicto de intereses. Si, por ejemplo, el instrumento eficaz para ganar votos es contraproducente para la estabilidad del país, pero metidos en campaña electoral eso son disquisiciones. La carrera es implacable y consultores de unos y otros partidos lo que quieren es ganar como sea. Sin preguntarse mucho, imagino, qué precio está dispuesto a pagar por el éxito de audiencia (perdón, de público votante).
Jugar con las emociones en la campaña electoral. Así son los tiempos de ahora. Lo sabe el gurú de Sánchez como lo saben, y también lo usan, los demás gurúes. A la emoción apela Ayuso cuando basa toda su acción política en el antisanchismo. A la emoción apela ahora Gabilondo, con menos rodaje, cuando basa todos sus actos en el antifascismo. Nada como llamar a la guerra contra un enemigo bien definido para despertar en el votante el deseo de alistarse.
El miedo, el rechazo y la esperanza. Las emociones con que se puede jugar.
Los tiempos cambian. Los hábitos cambian. Durante décadas, por ejemplo, la doctrina que imperó en el ministerio del Interior –--lo recordaban ayer colaboradores de Rubalcaba--- fueno publicitar las cartas amenazantes que recibían los ministros para no animar a otros indeseables a hacer lo propio. Se investigaban las amenazas que se consideraban serias y si era pertinente, se detenía al autor del envío amenazante.
Hoy la doctrina es otra (porque los tiempos han cambiado). Hoy ---lo comprobamos ayer--- lo que se hace es airear la existencia de la amenaza antes de que la policía pueda llegar a sopesar nada. Por ejemplo, chequear si el remite que aparece en un sobre con una navaja ensangrentada (o aparantemente ensangrentada, como decía El País) se corresponde con una dirección real y si el nombre del remitente encaja con quien reside en ese domicilio. Que esto de debió de ser lo primero que hizo ayer la policía al tener en su poder la carta amenazante dirigida a la ministra de Industria: irse a ver quién reside en la dirección que ahí figura.
Adriana Lastra airea la información cuanto antes en un acto de partido
Pero los usos y costumbres de la seguridad del Estado han cambiado. Ahora lo primero que sucede es que alguien le pasa la información a Adriana Lastra para que ella se ocupa de airearlo cuanto antes en un acto de partido.
"Me lo acaban de contar" e interpreto, claro, que es para que yo lo cuente. Y lo cuenta.
Oye, si ella, y la seguridad del Estado, entienden que la mejor forma de atajar las amenazas de muerte es divulgarlas diez minutos después de producirse, hacen bien en proceder de este modo. Debían de estar equivocados todos sus predecesores cuando sostenían la tesis contraria, que airear estos actos anima a otros delincuentes a copiarlos.
Es verdad que al actuar de este modo asumes el riesgo de precipitarte en la atribución de culpas. Pongamos que tú eres número dos del partido que gobierna España, o sea, Lastra, comunicas al público que Reyes Maroto ha recibido una carta con remite de El Escorial y, de inmediato, haces saber esto a los fascistas que la han enviado: "No vais a pasar. Al fascismo: no vais a pasar, los demócratas somos más".
Indignada, claro. Cómo no vas a estarlo. Y asumiendo el riesgo, sí, de haber sacado conclusiones precipitadas. Pongamos que luego la policía informa de que el hombre que hizo el envío es un enfermo mental del que no consta que sea ni fascista, ni antifascista, ni socialista, ni negacionista ni ninguna otra cosa que termine en ista. Puede parecer que tu proclama, son los gajes del oficio, se resiente. Pero... si tienes fe verdadera en lo que haces, no te inquietas. Porque sabes que algún gurú encontrará la forma de mantener aunque los hechos ya no lo sostengan que detrás de esa carta amenazante está el fascismo.
Y que le dictará a la ministra Maroto la frase oportuna para no criminalizar al enfermo sin desdecirse de lo del fascismo.
Esto es: la culpa ya no es de quien mete una navaja en un sobre y te lo envía como amenaza de muerte sino de quienes emiten un discurso de odio que hace mella en la persona vulnerable. No dejes que la realidad te arruine el mitin.
Agujero de seguridad en el ministerio del Interior
El ministerio del Interior está investigando no sólo la autoría de las cartas (con balas en su interior) del jueves. También investiga cómo fue posible que esas cartas burlaran, primero, los controles de seguridad de Correos y burlaran luego ---y esto ya es responsabilidad directa del personal del ministerio--- el control de seguridad de los paquetes que llegan hasta el despacho del ministro y el despacho de la directora de la Guardia Civil.
Como contó el ministro Marlaska ayer, sólo la carta dirigida a Pablo Iglesias fue apartada como sospechosa. Sobre lo que pasó con las otras dos, se está evaluando qué pasó. Se está evaluando significa que las cartas llegaron demasiado lejos, hasta las manos de las secretarias. Y que eso se llama agujero de seguridad. Que habrá que resolver de inmediato. En el ministerio, en la dirección de la Guardia Civil y en el ministerio de Industria.
26 años de odiadores gobernando en Madrid según Marlaska
El ministro Marlaska, en su entrevista de ayer en La Sexta (que, por cierto, no estaba incluida en la agenda pero se creyó necesario hacerla a media mañana), explicó que se ha malinterpretado lo que dijo sobre el PP en el mitin del domingo en Getafe. Como ayer escuchamos aquí, a esta hora, lo que había dicho el ministro y yo mismo opiné que el ministro-juez había emitido condena sobre hechos que aún no han sido juzgados, les ofrezco la interpretación correcta que, según él, hay que hacer de sus palabras.
Se refería sólo a unos concretos responsables políticos incursos en causas judiciales, y a los que no nombró, esa es la verdad. Porque a quien atribuyó el ministro la corrupción y el fomento del odio fue al gobierno de la comunidad de Madrid de los últimos 26 años.
Algunas crónicas decían ayer que el ministro reculaba de su acusación de organización criminal al PP. Él lo que dice es que se instrumentalizaron sus declaraciones. Cada cual, juzgue. Lo de los veintiséis años de gobierno del odio no ha sido ni corregido ni re-interpretado. Veintiséis años de odiadores gobernando.