Bienvenidos a una jornada electoral madrileña que hace que este programa tenga hoy función doble, como las compañías de teatro. Tenemos matiné, ésta de ahora, tendremos función de tarde-noche (desde las ocho) y mañana otra vez función matinal desde las seis. Nos vamos a hartar de contarles estas elecciones autonómicas que hace dos meses no estaban en los planes de nadie. Hace dos meses aleteó una mariposa murciana y su efecto alcanzó a la Puerta del Sol dando a la presidenta Díaz Ayuso el argumento que esperaba para dar por terminada la legislatura y pillar con el pie cambiado a sus adversarios políticos. Incluyendo, entre esos adversarios, a su pareja de gobierno, Ciudadanos, los ex con los que espera no volver a encontrarse nunca. Ruptura sentimental a la madrileña.
Tres millones y medio de votantes madrileños están llamados a las urnas
A esta hora están convocados en los colegios electorales los madrileños que ha resultado agraciados con el sorteo de las mesas: vocales y suplentes que despejan las últimas dudas (si es que les queda alguna) sobre cuál es su tarea en las próximas doce horas. Dos circunstancias convierten esta jornada electoral en inusual: que hoy no es domingo, sino martes (y en Madrid se trabaja) y que la epidemia sigue ahí, con distribución de mascarillas, geles y guantes entre los tres millones y medio de votantes que se espera acudan a las urnas a partir de las nueve de la mañana.
Ciudadanos, los ex con los que Ayuso espera no volver a encontrarse nunca. Ruptura sentimental a la madrileña
Lo primero que sabremos, a media mañana, es cómo de movilizado anda el electorado madrileño. En 2019 votó el 64 % del censo. Lo habitual ha sido que el porcentaje se moviera entre el sesenta y el sesenta y ocho por ciento, no más. Esta vez las encuestas reflejan que más del 75 % de los madrileños tiene decidido votar. La izquierda ha fiado su victoria a una movilización sin precedentes, pero no hay unanimidad entre los demoscópicos respecto de si esa participación nunca vista perjudica a la candidata Ayuso o todo lo contrario. Hay sondeos que dicen que hoy ganará en todos los distritos, incluido Vallecas e incluido Galapagar. Las expectativas con las que el PP inicia la jornada son máximas. Lo que acabe pasando está en manos de los votantes a partir de las nueve.
El riesgo que asumió Ayuso al disolver el Parlamento autonómico: perder el poder
Si la palabra del día es voto, la palabra del día para los candidatos y sus equipos es tracking. Dícese de los numeritos que les van chivando las empresas demoscópicas y que actualizan las estimaciones de los días anteriores con encuestas de ahora mismo. La Fundeu propuso que al tracking le llamáramos en español sondeo continuo, pero tuvo el mismo éxito que Sánchez con la restricción de movilidad nocturna en lugar de toque de queda. Los numeritos van insuflando aliento o todo lo contrario a los aspirantes. Y aunque tradicionalmente era información exclusiva, y reservada, que sólo conocían los partidos y los periodistas con quienes la compartían (compartida con uno, compartida con todos), desde que existen las redes sociales se acaba enterando de los tráckings hasta el último habitante del último pueblo de la comunidad autónoma. Los numeritos de ayer, por cierto, son los mismos que los de los últimos siete días.
La palabra del día es voto; la palabra para hacer pronósticos es tracking; y la palaba de la noche electoral (o las palabras, que son dos) serán: éxito y fracaso. Sin escala de grises. El éxito es gobernar. El fracaso es no hacerlo. Ya puedes arrasar en las urnas y sacar el doble de escaños que el segundo, que si tus adversarios suman 69 te irás a casa con cara de acelga. Fue Felipe, creo, quien le llamó a eso una amarga victoria, porque ganas las elecciones pero pierdes el poder. Ése fue el riesgo que asumió Ayuso al disolver el Parlamento autonómico: perder el poder. Aunque asumiera el riesgo para neutralizar el riesgo de perderlo en una posible moción de censura.
"En sus mejores tiempos, el PP llegó a tener en Madrid hasta el 53% de los votos. Ahora aspira a superar el 40%"
En sus mejores tiempos, el PP llegó a tener en Madrid hasta el 53% de los votos. Aquello no eran mayorías absolutas, era una apisonadora. Claro que no existían entonces ni Ciudadanos ni Vox. La aparición de Ciudadanos redujo su cosecha electoral al 33% en 2015. En el 2019, con Ciudadanos a un lado y Vox al otro, el PP se quedó en el 22% y perdió las elecciones frente a un PSOE también mermado por el surgimiento de su competidor de izquierdas, el Podemos de Iglesias y Errejón, primero juntos y luego a sartenazos. El PSOE ganó las elecciones cuando Ciudadanos le pegó un bocado tan notable al PP que se quedó con la mitad de sus escaños. Y cuando Vox le arañó otros doce. Ahora el PP aspira a superar el 40% del voto, absorbiendo a Ciudadanos, mientras que el PSOE aspira a consumar el trío con Más Madrid y Podemos, que juntos facturan bastante más que lo que en su día fue Izquierda Unida.
Ninguno de los tres partidos de la izquierda aspira, en realidad, a ganar hoy las elecciones de Madrid. Aspiran a sumar quedando segundo, tercero y último, según las encuestas. No alcanzar el gobierno sería una doble derrota. De Iglesias, de Sánchez y de Iván Redondo. Y Ciudadanos, por supuesto, aspira (con el meritorio Edmundo Bal) a dar la campanada de la noche salvando, de los 26 diputados que tenía, seis o siete. Por que a estas alturas, cómo se escribe la historia, los naranjas llaman éxito a la supervivencia.
Ninguno de los tres partidos de la izquierda aspira, en realidad, a ganar hoy las elecciones de Madrid
Los expertos en el menudeo demoscópico subrayan como clave de lo que suceda hoy el trasvase de votos entre entre bloques. O traducido, si en contra de lo que dice el estribillo, sí hay votantes de derechas que se pasan a la izquierda (aparte de Verstringe) y votantes de izquierdas que se pasan a la derecha (aparte de Leguina). Se habla mucho de los votantes socialistas que ahora apuestan por Ayuso desolados por la deriva del PSOE. Se habla mucho pero falta saber si los hay y cuántos.
A esa esperanza, la del electorado de centro izquierda defraudado con Sánchez y sus pactos, fía Casado la extrapolación de la presumible victoria de hoy en una hipotética victoria suya en las elecciones generales que hoy no hay encuesta que detecte. A eso, y a que Ciudadanos se integre en su partido (o más que Ciudadanos, los de Ciudadanos) y a que Vox vaya menguando al ir calando en el electorado conservador que es la división del voto entre dos marcas lo que le hace la vida más fácil al sanchismo. O dicho de otro modo, que es más útil una derechita cobarde en el gobierno que una derecha valentona resignada a envejecer haciendo oposición a la izquierda gobernante.
"La pandemia que iba a arrollar a todos los sufridos gobernantes no se ha llevado por delante, a día de hoy, a ninguno de ellos"
Hoy se lee mucho en la prensa que los resultados en Madrid pueden ser el primer signo de un cambio de ciclo político. Claro que hace dos meses se leía mucho en la prensa que un partido que sólo obtiene 3 escaños en Cataluña o 6 en el País Vasco, no puede aspirar en serio a gobernar España. En contra de lo que dicen algunos analistas, se lo recuerdo, éstas no son las primeras elecciones autonómicas que miden el estado de opinión sobre la pandemia. Hubo elecciones en el País Vasco, sin cambio de gobierno; las hubo en Galicia, sin cambio de gobierno y otra mayoría absoluta del PP (el PP de Feijoo, que se identifica lo justo con el PP de Ayuso) y hubo elecciones en Cataluña, sin que el Parlamento haya sido capaz de investir aún nuevo presidente. Pero sin que se vislumbre un cambio de gobierno. La pandemia que iba a arrollar a todos los sufridos gobernantes no se ha llevado por delante, a día de hoy, a ninguno de ellos.