Un saludo afectuoso al ministro Escrivá.Que seguramente hoy no es el ministro más popular en el Palacio de la Moncloa. Imagino al equipo de persuasión y propaganda haciéndose cruces y maldiciendo que se pasara de sincero. Pero pero yo le agradezco que responda, al menos en ocasiones, a las preguntas que se le hacen. Incluso a las que no se le habían hecho.
Escrivá tiene una malísima costumbre: llevar hasta sus últimas consecuencias el criterio que tiene
El ministro llegó a la entrevista de ayer con ganas de pronunciarse sobre la supresión del impuesto de patrimonio en Andalucía. Y es lógico que así fuera porque la doctrina del Gobierno establece que hay que repudiar a los presidentes autonómicos que bajan impuestos mientras reclaman a la administración central más dinero.
En Presidencia, desolados, ¿pero qué necesidad hay de responder con coherencia a las preguntas?
Que Escrivá le tuviera ganas a Moreno (Juanma) era perfectamente coherente con la estrategia gubernamental y con las posiciones del ministro. Pero… Escrivá tiene una malísima costumbre, que es llevar hasta sus últimas consecuencias el criterio que tiene. Y eso fue lo que pasó ayer. Que a la pregunta de si es partidario de que los gobiernos autonómicos tengan menos margen de decisión fiscal (es decir, menos poder), Escrivá hizo algo insólito: responderla.
Esto es. Sí. Claro, porque es que sí. Este ministro es partidario de reducir el margen de autogobierno que hoy tenemos en España. ¡Gran terremoto! No porque lo piense, sino porque lo diga. En Presidencia, desolados, ¿pero qué necesidad hay de responder con coherencia a las preguntas? Y abogando, además, por hacernos todos australianos.
Frustración en el equipo de propaganda
Meter Australia en un debate sobre los impuestos que se pagan en Málaga. Frustración en el equipo de propaganda. Hoy que lo teníamos a huevo para atizar a Moreno por estar al servicio de los ricos y hacerle una opa a Cataluña para quedarse con los ricos catalanes.
En la Moncloa contaban con que ayer fuera el día anti Moreno y anti Ayuso, cuando apareció Escrivá y le dio por ser sincero
¿Y en Cataluña sí? En la Moncloa contaban con que ayer fuera el día anti Moreno y anti Ayuso, egoístas insolidarios que le hacen la puñeta a las demás regiones, cuando apareció Escrivá y le dio por ser sincero. Y coherente. Si tú entiendes que la competición fiscal entre regiones es una avería, es natural que defiendas que el Estado intervenga para hacer imposible esa competición. ¿Cómo? Privando a los gobiernos autonómicos de una competencia que hoy sí tienen. Muerto el perro se acabó la rabia, con perdón.
De inmediato salió ayer la ministra apagafuegos, portavoz Isabel Rodríguez, a perimetrar el incendio: es sólo la opinión personal del ministro, dijo, como si la opinión de un ministro fuera tan poca cosa que no merece la pena ni que se repare en ella. Qué más da lo que diga este hombre.
Qué hace Escrivá declarándose australiano pudiendo agarrarse a la "armonización fiscal"
Pero ocurre que no, no es la opinión del ministro. O no sólo del ministro. Es la doctrina que está defendiendo todo el Gobierno, sólo que el minisitro lo llama por su nombre, revertir competencias, recentralizar, y al resto del gobierno le horroriza ese verbo. Recentralizar.
No es la opinión del ministro. Es la doctrina que está defendiendo todo el Gobierno, revertir competencias, recentralizar
¿No es de eso de lo que acusaban los nacionalistas y los barones autonómicos del PSOE a Rajoy, vade retro? Cómo va a querer recentralizar el Gobierno progresista que defiende a la clase media trabajadora de nuestro país, el de la plurinación, la diversidad territorial y a cogobernanza?
Qué hace Escrivá declarándose australiano pudiendo agarrarse, como el resto, a la palabra comodín y políticamente correcta, que es armonizar. Armonización fiscal. Que como dice Echenique consiste en impedir que los gobiernos autonómicos supriman impuestos pero con exquisito respeto a su autonomía para suprimirlos.
Armonizar es centralizar
No, si mínimos fiscales ya hay. Y es legítimo abogar porque haya más, es decir, más cosas que obligatoriamente tengan que hacer los gobiernos autonómicos. Pero justo en eso consiste reducir su autonomía. Si les achicas el terreno de juego estás achicando su autogobierno. Qué menos que admitir que es justo eso lo que defiendes. Armonizar es centralizar. La cuestión es cuánto y para qué.
Si impides que los barones bajen impuestos o impides tambien que los suban. Al final toda diferencia fiscal entre territorios supone una discriminación de unos contribuyentes respecto de otros. (Del concierto vasco y el convenio navarro ni hablamos).
Pero llevada hasta su última consecuencia esa doctrina lo que aparece en el horizonte es Australia: un sistema fiscal centralizado,mismos impuestos para todos, y un reparto equitativo entre regiones en función de sus necesidades y servicios. Es decir, el sistema de financiación autónomica pero privando a los barones de sus impuestos propios y sus tramos de los impuestos estatales.
Toda diferencia fiscal entre territorios supone una discriminación de unos contribuyentes respecto de otros. Del concierto vasco y el convenio navarro ni hablamos
El debate sobre qué modelo es el más justo es muy saludable. Pero el palacio de la Moncloa no tiene interés alguno en abrirlo ahora.
Y por cierto, última reflexión a este respecto. Esta idea de que los ciudadanos eligen residir en una región o en otra sólo por los impuestos que en ella se pagan es un poco reduccionista, ¿no?, por no llamarla simplista.
Uno tiende a pensar que los motivos de alguien para irse a vivir a otro sitio casi siempre tienen que ver con el trabajo o con las relaciones personales. Se fue a vivir a Málaga porque le salió un trabajo o porque conoció a alguien. Igual es muy frecuente escuchar se fue a vivir a Málaga porque allí no hay impuesto de patrimonio, pero no sé.
Yo le cobro patrimonio pero le ofrezco mejores servicios públicos. Es un posible eslógan
Y cuando uno sopesa dónde instalarse digo yo que también pesa la calidad de los servicios públicos. Cómo son los colegios, cómo los centros de salud, o las zonas verdes, o la estabilidad, o la convivencia. En eso también compiten las comunidades autónomas para atraerse nuevos residentes. Yo le cobro patrimonio pero le ofrezco mejores servicios públicos. Es un posible eslógan. Igual planteado así la competición parece más sana.
El PSOE tiene derecho a hacer la campaña que le parezca, pero andar diciéndole todo el día a los votantes andaluces, o los madrileños, que su sanidad está destrozada y su educación hecha unos zorros porque los gobiernos que ellos han escogido sólo piensan en contentar a los ricos no parece una estrategia ganadora.