No llegó al diez, pero casi. A todos los efectos, como si hubiera llegado. La inflación. Los precios, en subida acelerada. La enorme avería que amenaza con gripar la recuperación económica. Del país y de quienes lo habitamos.
A esta hora nos preguntábamos ayer cómo de cerca se quedaría el IPC de marzo del temido 10% y ya ve usted lo que pasó: apenas dos décimas por debajo. Nueve puntos y ocho décimas por encima del dato de hace un año.
El peor de los escenarios que manejaba el Gobierno
‘Es un mal dato’, dice Sánchez. Como si fuera meritorio reconocerlo. No es que sea un mal dato. Es que es un dato horrible. El peor de los escenarios que manejaba el Gobierno hace sólo dos semanas y pensando no en ahora mismo, sino en lo que podían seguir subiendo los precios hasta el verano.
Si la previsión era que la inflación siguiera subiendo los próximos meses hasta alcanzar el 10%, lo que ahora tenemos es una inflación que ya está en el 10% y sin garantía alguna de que haya tocado techo
O dicho de otro modo: si la previsión era que la inflación siguiera subiendo los próximos meses hasta alcanzar el 10%, lo que ahora tenemos es una inflación que ya está en el 10% y sin garantía alguna de que haya tocado techo.
No hay salario en España que haya subido un 10%
O sea, un desastre. Para la recuperación económica, ya renqueante, y para las economías familiares, porque no hay salario en España que haya subido este año un 10%. No hay pensionista que, con estos precios, no esté notando ya que su paga, hoy, da para menos.
Los pensionistas tienen el consuelo de que su paga subirá el año que viene lo que hayan subido los precios éste, más la paga compensatoria (se supone) para compensar el poder adquisitivo que están perdiendo hora. Para quienes no estamos jubilados, ese consuelo no existe. Nuestros salarios cunden menos.
Por más subvenciones, más descuentos, más créditos ICO que anuncie el Gobierno, no hay descuento que compense una inflación del 10%
Por más subvenciones, más descuentos, más créditos ICO que anuncie el Gobierno, no hay descuento que compense una inflación del 10%. Añádale a eso la incapacidad plena de saber cómo acabará lo de Ucrania, o cuándo acabará; cómo se resolverá en Europa la ruptura energética con Rusia, si es que se resuelve; añádale la palabra maldita de los economistas, incertidumbre, y lo que sale es que, en efecto, estamos en una situación grave. O límite, como la llamó ayer, en vísperas de su coronación, el nuevo líder del PP, Feijóo.
La predisposición de Feijóo de apoyar al Gobierno
Está sugiriendo Feijóo, o eso parece, que la gravedad del momento va a pesar en sus decisiones. Que pese a los reproches que ya le ha hecho a Sánchez -aprobar medidas por decreto sin pactarlas antes con nadie, prometerle que bajaría impuestos y limitarse ahora a mantener lo que ya tenía bajado- la predisposición a apoyar al Ejecutivo para afrontar una crisis de caballo es firme. En qué se acabe traduciendo habrá que verlo.
La curva que ahora hay que doblegar es la curva de los precios. Que está en modo pared, o sea, el Tourmalet
El Gobierno empieza a aplicar el lenguaje coronavírico a la inflación. La curva que ahora hay que doblegar (¿se acuerda usted de la curva, el pico, la cima, la meseta, la pared?) es la curva de los precios. Que está en modo pared, o sea, el Tourmalet.
Si contra el virus se recurrió al confinamiento, contra la inflación se recurre a ponerle tope al precio del gas. Que los proveedores no puedan ofertarlo por encima de treinta o cuarenta euros el megavatio hora para que no arrastre consigo al precio total de la electricidad. Se deshacía en elogios a la valentía de su jefe el ministro Bolaños anoche en La Brújula.
Valiente porque asumió el tremendo riesgo de que le dijeran que no, nunca se conoció valentía semejante en toda la historia de Europa. (Esta vez se abstuvieron sus ministros de recibirle con una ovación en la Moncloa mientras un propio les grababa con el móvil para difundirlo en los medios).
El tope del gas, la madre de todos los remedios
El tope al gas será la madre de todos los remedios, pero admite la vicepresidenta Calviño que esto, hasta dentro de algunas semanas, no será realidad.
Cada semana, tal como estamos, es un drama. El gas se ha encarecido en un año no un 10% sino un 800%. La guerra en Ucrania -o la guerra de Putin, como el Gobierno ha decidido llamarla- sólo ha agudizado una situación que viene produciéndose desde el verano.
Exacerbado, como dijo Sánchez. Por más que su ministra de Hacienda diga que la causa exclusiva del encarecimiento es la guerra.
La guerra en Ucrania sólo ha agudizado una situación que viene produciéndose desde el verano
España está, también en esto, en el grupo de países más afectado por la subida de los precios. Parte alta de la tabla de mayor inflación. No estamos solos, claro. Alemania, principal economía de la Unión Europea, encajó ayer un dato pésimo: 7,3 %. Con el agravante de que si hay un país que depende para seguir funcionando del gas ruso es Alemania.
Racionamiento: la palabra que evoca escasez, depresión económica y pobreza
Ya dijo Scholtz que su país asumiría el coste que tuviera que asumir por aislar a Putin y defender la soberanía de Ucrania. Y se refería a esto. El gobierno alemán activa el plan de emergencia que incluye la posibilidad de racionar el gas a empresas y consumidores.
El gobierno Scholtz mantiene la alerta y el llamamiento a la población para que se apriete los machos e intente consumir menos gas en casa
Lo activó cuando Putin dijo que todos los contratos de suministros deberían pagarse en rublos, no en euros. Es decir, que los países receptores del gas tengan que comprar rublos, que es una forma de aumentar las divisas de que dispone Rusia y reducir el impacto de las sanciones.
Y aunque el ruso reculó ayer y admitió que Alemania pague en euros y no en rublos, el gobierno Scholtz mantiene la alerta y el llamamiento a la población para que se apriete los machos e intente consumir menos gas en casa.
Aquello que tanto irritó a algunos de José Borrell, bajar el termostato, se dice en alemán ‘contribuyamos todos al sostenimiento del país consumiendo menos energía importada’. ‘Racionamiento’. La temida palabra que evoca escasez, depresión económica y pobreza.