OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Va un francés a Madrid y se emborracha"

Carlos Alsina reflexiona sobre el debate que se ha instalado en la política española y madrileña por la llegada a la capital de jóvenes franceses y sobre por qué en avión se puede ir de un sitio a otro y por carretera no.

Carlos Alsina

Madrid | 24.03.2021 08:47

Un saludo a los jóvenes franceses que se han convertido, sin saberlo, en el último pim pam pum de la política española. Es decir, madrileña.

La incoherencia y debate sobre por qué en avión se puede ir de un sitio a otro y por carretera no

El debate que ahora toca es por qué en avión se puede ir de un sitio a otro y por carretera no. La incoherencia que supone que un viajero de otro país de la Unión Europea pueda aterrizar en Barcelona o en Madrid, o en Tenerife, pero un barcelonés, un madrileño, un tinerfeño no pueda viajar a otra región de España a visitar a la familia. Estamos todos de acuerdo en que hay una incoherencia. O incongruencia. A Fernando Simón le preguntaron la semana pasada por este asunto y admitió que es incongruente. Pero añadió esto.

Éste es el argumento de cantidad, digamos. Luego está el otro argumento, que es el de la coherencia europea. Es Bruselas quien recomienda tener abiertas las fronteras entre países para no asfixiar dos sectores: el turístico y el aéreo. La portavoz del gobierno español intentó explicar ayer esto, aunque ---como le pasa a menudo--- se perdió en la exhuberancia verbal.

Pero cómo no lo van a respetar si es el gobierno central el que recomienda el cierre perimetral de las regiones hasta después de Semana Santa. No es que el presidente autonómico de turno cierre, es que el ministerio de Sanidad critica severamente a quien no lo haga. Por eso el ministerio admite la incongruencia pero dice eso de que extranjeros vienen pocos en comparación con los españoles que se moverían de comunidad si se levantara el confinamiento en Semana Santa. Y además, los extranjeros vienen con su pcr negativa; a los españoles no se les pide. Para entrar a nuestro país, recordémoslo, hace falta traer pcr negativo. Se supone que el gobierno se ocupa de que se compruebe el informe que trae consigo cada viajero.

Estos jóvenes turistas franceses satanizados ahora por una parte de los partidos políticos vienen todos con la prueba de que están limpios.

Harán bien, hoy mismo, por tanto, los partidos políticos en fijar una postura y aclarar si lo que están pidiendo es que se prohíba el turismo o que se levante el confinamiento perimetral para españoles. Por aclararnos. Sobre todo, los partidos que gobiernan, que quitando Más País y Bildu, son todos. Esquerra gobierna Cataluña, Podemos gobierna España, Compromís gobierna la Comunidad Valenciana, el PP gobierna Madrid.

¿Prohibimos del todo el turismo, incluso con pcr, o dejamos que se muevan los españoles por España? Concreten, amigos, concreten. No vaya a parecer que esta preocupación repentina que a algunos partidos les ha entrado por la afluencia de turistas jóvenes a Madrid se debe, no al temor a los contagios, sino a la omnipresente campaña electoral (y el efecto Ayuso) que todo lo impregna.

Un saludo a los jóvenes franceses que hayan decidido venir a pasar un par de días a España (a Baleares, a Barcelona, a Canarias, a Madrid) y que ya sabrán que según Podemos, Compromís, Esquerra Republicana, la CUP, son borrachos indeseables que vienen aquí a ponerse hasta arriba de alcohol y ponernos en riesgo a todos.

Ahora lo progresista es lo que en otros tiempos era propio de los viejos más recalcitrantes: satanizar a los jóvenes como gente de mal vivir, borrachos y juerguistas, ¡idos todos a vuestra casa, hombre! Dejad de incomodar a Echenique. Y a Baldoví. El club de los puros. La identificación de juventud y vuelos baratos con la borrachera. Urge definir qué es el turismo de borrachera para tipificarlo como delito en el código penal.

Además de exigirle pcr negativa a los europeos que vienen, habrá que pedirles el certificado de buena conducta que incluya compromiso ante notario de que no tocarán una botella. La revolución era esto.

La palabra violencia como crítica al adversario político

Hemos entrado en una nueva fase del debate político, verán. La última aportación consiste en meter la palabra violencia en todas las críticas que uno, o una, dirija al adversario. Llega esta novedad de la mano de la ministra de Igualdad. La violencia económica y la violencia política.

Diga usted violencia y así parecerá que sus adversarios usan la fuerza y celebran la violencia aunque usted, expresamente, no lo diga. Trucos de polemista. Para embarrar el terreno. Dijo ayer una ministra del gobierno de España residente en Madrid que Madrid no es una región segura para las mujeres. De las demás regiones no concretó cuál es segura y cuál no, si es que hay alguna que lo sea.

Que una ministra del gobierno de España hable de cómo de segura es la vida de las personas que residen en una región como si ella no tuviera responsabilidad alguna sobre cómo se vive en el país que gobierna es otro episodio digno de estudio. Si en Madrid la seguridad, o inseguridad, es cosa de Ayuso, en Andalucía es de Moreno Bonilla, en la Comunidad Valenciana de Ximo Puig y en Extremadura de Fernández Vara, ¿el gobierno de todos a la vez, que es el de España, se hace responsable de algo? ¿Por ejemplo, de la seguridad de las mujeres?
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Ay, Madrid, Madrid. Cuánto excita la pelea de Madrid los ánimos de los políticos que han elegido vivir en Madrid.

Pablo Iglesias se despide

A seis semanas, todavía, de que los madrileños voten y libren, así, del centralismo electoral al resto de los españoles, el vicepresidente segundo confirma que le queda un telediario en el gobierno. Se ve que nadie había reparado, hasta ayer, en que la ley madrileña obliga a un ministro que quiera ser candidato a cesar como ministro antes de la proclamación de candidaturas, es decir, antes del miércoles que viene.

Localizado el precepto legal, quien más interés ha tenido en que se difunda es el partido con el que Iglesias gobierna España. Eso es, el PSOE. Que está loco por sacudirse al candidato-vicepresidente para privarle del plus de notoriedad del que disfruta todo miembro del gobierno, como bien sabe el PSOE porque lo exprimió cuanto pudo con Salvador Efecto Illa. Y también, para Ángel Gabilondo pueda seguir diciendo ‘con este Iglesias, no’ sin que todos le recordemos que este Iglesias es el vicepresidente segundo del líder del PSOE madrileño, que es Pedro Sánchez. ‘Soy un verso libre’, dijo ayer Gabilondo interpretando fielmente el guion que le ha escrito la Moncloa. Antes del miércoles se consumarán los cambios dentro del gobierno. El Diario dice que puede causar baja el ministro de Cultura, Uribes, amortizado como ministro y con un tirón popular tan enorme que aterrizaría en la candidatura de Gabilondo como nuevo revulsivo. Quién se va a resistir a votar al PSOE si, con ese simple gesto, puede hacer diputado autonómico al señor Uribes.

Moncloa todo lo que dice es que el martes será ascendida Calviño a vicepresidenta segunda y Díaz a vicepresidenta tercera. Nada confirma sobre el nombramiento de la lugarteniente de Iglesias, Ione Belarra, como ministra. Con el 4 de mayo a la vista, Sánchez va a convencernos a todos de que Iglesias, este Iglesias, nunca estuvo allí.

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