Cuarenta días después, la palabra más repetida es shock. Consternación. Espanto. Cuarenta días de guerra después, y aún sabiendo lo que estaba pasando en Mariupol, o en Irpin, o en Bucha, es el trabajo de los reporteros que llegan por primera vez a ciudades recuperadas por las fuerzas ucranianas lo que da la medida del horror que ha padecido la población civil.
Cuarenta días después, la palabra más repetida es shock
Santi Palacios es fotoperiodista. Ha publicado este fin de semana imágenes de Bucha, la ciudad vecina de Irpin y de Kiev de la que se han retirado los rusos.
Las fuerzas ucranianas han recuperado la ciudad -‘liberado’ en el lenguaje de la guerra- y ha permitido el acceso de la prensa internacional. Ahí están periodistas españoles como Mikel Ayestarán, como Almudena Ariza, como Fran Sevilla. Y como Santi Palacios. Cuyas fotografías ha publicado la revista Cinco W comentadas por él mismo.
Los cadáveres de la retirada rusa
‘Llegamos a Bucha’, escribe, ‘rodeando Irpin y sabiendo que recientemente había sido liberada. Al entrar todo eran coches, furgonetas y pequeños camiones calcinados. Estaba nublado y lloviznaba. A medida que avanzábamos nos íbamos encontrando con gente. Vecinas que hablaban en pequeños grupos, personas intentando reparar sus casas’.
‘Encontramos a unas mujeres en la puerta de entrada de un edificio. Nos indicaron que en el pato había personas muertas. Nos llevaron allí y encontramos esta horrible escena’.
Eran hombres de la zona que formaban parte de las autodefensas y que, al entrar, los soldados rusos los pusieron de rodillas y los ejecutaron
Aquí publica Santi la imagen: el patio interior de un edificio modesto, sobre el suelo siete cadáveres, boca abajo, boca arriba, de lado, entre bolsas de basura, hay una silla volcada, varios bidones de agua vacíos, botellas, una cuchara, unas gafas, una palangana. Prendas de ropa. Uno de los hombres, boca abajo con las manos atadas a la espalda. Sigue Santi:
‘Nos dijeron que eran hombres de la zona que formaban parte de las autodefensas y que, al entrar, los soldados rusos los pusieron de rodillas y los ejecutaron’.
"El horror de lo vivido se mezcla con el alivio de que la violencia se detiene"
‘Un hombre me pidió que entrara en su casa para enseñarme una tumba. Vimos varias improvisadas en varias casas. Una era la tumba de un niño’. En la fotografía se ve un cobertizo de madera junto al tronco de un árbol muy torcido. Y al pie del árbol, el montón de tierra que es la sepultura y sobre él, unos adoquines formando una cruz.
‘En las aceras, en la carretera’, escribe el periodista, ‘había cadáveres a la vista. No podíamos acercarnos mucho porque podía haber bombas trampa. No recuerdo haber visto nunca imágenes de tantos civiles muertos en las calles de una población que ha sufrido la guerra. Hay personas que pasan ya junto a los cuerpos sin mirarlos. El horror de lo vivido se mezcla aquí con el alivio de que la violencia se detiene’.
Era una ciudad dormitorio a las afueras de Kiev. Una de esas zonas tranquilas donde nunca pasa nada. Ahora hay vecinos muertos por disparos, cuerpos con quemaduras o desmembrados
‘Me asomé al jardín al ver una casa destruida y me encontré con esto’.
La fotografía refleja la parte de atrás de una vivienda, una motocicleta con sidecar cubierta con una lona. Dos neumáticos. Una banqueta. Un tetrabrik. Dos bolsas. Una cazuela. Y en medio de todo, el cuerpo desmadejado de un chico joven, con la capucha del abrigo cubiréndole la cabeza.
‘En esta misma calle vimos veintidós muertos. Tiene aspecto de zona residencial. Una ciudad dormitorio a las afueras de Kiev. Una de esas zonas tranquilas donde nunca pasa nada. Ahora hay tanques destruidos, militares ucranianos patrullando. Vecinos muertos por disparos, cuerpos con quemaduras o desmembrados. Son los que vimos. Pero eran más’. Así termina Santi Palacios su relato.
Los cuerpos maniatados revelan que hubo ejecuciones: hombres obligados a arrodillarse que fueron asesinados de un disparo en la cabeza
La fiscalía ucraniana tiene contados ya cuatrocientos diez cadáveres en Bucha. Sostiene que los cuerpos maniatados revelan que hubo ejecuciones: hombres obligados a arrodillarse que fueron asesinados de un disparo en la cabeza.
A los cuerpos tirados en las calles se suman los de las fosas comunes que se cavaron días atrás. La mayoría son hombres, pero no sólo. La mayoría son hombres porque las mujeres que pudieron salieron de allí con sus hijos en los primeros días de la guerra.
Al ver el horror en las calles tal vez reconocerán al marido o hermano del que se despidieron
Resulta imposible, viendo las fotografías y los vídeos que reflejan la matanza, resulta imposible no preguntarse quiénes serán las esposas y los hijos de estos hombres que hoy hacen vida de refugiados a miles de kilómetros de Bucha, quizá en España. Y que al ver el horror de la muerte en las calles de su ciudad tan vez reconocerán allí al marido, o al hermano, del que se despidieron hace semanas confiando en poder reunirse a la vuelta, cuando la guerra terminara.
A tres kilómetros de Bucha se encuentra Hostomel. Y allí, desde que empezó el ataque ruso, vive un español de Granollers, de nombre David, al que las primeras bombas sorprendieron visitando a un amigo en Kiev. Intentó volverse con su coche español a Moldavia pero se le averió en Hostomel.
Le recogió la familia que lleva una gasolinera y lleva desde entonces, más de un mes, viviendo con ellos. En zona controlada, hasta ahora, por los rusos. Siendo testigo de la búsqueda, casa por casa, de miembros de las autodefensas.
La encarnación de la masacre de civiles
El nombre de Bucha, como escribe Alberto Rojas, se convierte hoy en lo que Srebrenica fue a la guerra de Bosnia. La encarnación de la masacre de civiles. Así la ha llamado, masacre, el presidente de la Unión Europea, Charles Michel. Atrocidad es la palabra que emplearon Ursula Von der Leyen, José Borrell, Macron o Pedro Sánchez.
Europa, como Estados Unidos, considera probado que Rusia ha cometido crímenes de guerra. Y ofrece su colaboración a Ucrania para sentar a sus responsables ante un Tribunal Penal Internacional.
Mano a mano con el tipo que una vez prometió que invadir Ucrania, o atacar Kiev, no formaba parte de sus planes
El responsable, para Biden, tiene nombre: Vladimir Putin. Lo tiene para Zelenski, el presidente ucraniano que, pese a todo, tiene asumido que habrá de negociar con el caudillo ruso. Ya lo están haciendo sus delegaciones, sin mayor avance hasta ahora.
Y el jefe de la delegación ucraniana ha avanzando que ha llegado el momento de que los dos líderes se reúnan, mano a mano. Rusia no lo confirma, pero la delegación ucraniana sostiene que Putin ha encargado ya a Erdogan que organice esa reunión.
Mano a mano con el tipo que una vez prometió que invadir Ucrania, o atacar Kiev, no formaba parte de sus planes.
Todo era propaganda americana y antirusa. Hoy está diciendo que los cadáveres en las calles de Bucha son, también, un acto de propaganda.