Hoy les hablo desde la residencia de mayores de Villaviciosa de Odón. Ha amanecido un día luminoso, de cielo limpio y temperatura un poco fresca aún a esta hora pero que alcanzará los quince grados al mediodía. Nos ha abierto sus puertas la residencia de mayores y no saben el gusto que da poder decirlo. Las puertas abiertas, con todas las precauciones, naturalmente, pero abiertas un año después de que nos confinaran a todos.
Estuve haciendo memoria de lo que les estaba diciendo aquel lunes, de hace un año, cuando empezamos a escribir aquí el Diario de la pandemia. Por ejemplo, que íbamos a tener que reinventarnos todos, y reconstruirnos cada noche, al final del día, para poder resurgir cada mañana. Y que por favor dejaran de decir los políticos que el virus no entiende de ideologías porque sólo el hecho de decirlo revelaba hasta qué punto estaba ideologizado el debate sobre cualquier cosa en España. El virus no entiende de ideologías pero los ideólogos sí entendieron de cómo sacarle partido a un virus.
El virus no entiende de ideologías pero los ideólogos sí entendieron de cómo sacarle partido a un virus.
Estuve haciendo memoria de cómo fue aquella mañana de lunes pero después pensé que no hay dos mañanas iguales. Y que esta mañana de un año después de la reclusión total debíamos anticiparnos al futuro que nos está esperando, ahí a la vuelta. Todos seremos alguna vez mayores. Y todos, o la mayoría, confiamos en haber sido vacunados antes de que termine el verano. Y por eso el futuro es esto que hoy vamos a escuchar y a contar aquí. Personas que ya están vacunadas y que, al estarlo, van pudiendo volver a hacer aquellas cosas que tuvieron que aparcar durante un año. Pasar un fin de semana en casa con la familia, recibir visitas sin envolverse en plásticos, juntarse ellos mismos para compartir actividades en una sala, irse a hacer compras, o a la peluquería. La nueva vida de los vacunados. De los mayores vacunados. Los ciudadanos que más experiencia acumulan en todo. También en salir adelante de crisis mundiales, de enormes contratiempos y de pequeños disgustos personales. Los más experimentados del país y los pioneros, la avanzadilla, en esta nueva vida recuperada.
Al cabo de un año en el que se han sabido en riesgo. En el que han visto cómo a su alrededor enfermaban y desaparecían personas. En el que han padecido de soledad y de tristeza. Un año después, y aun habiendo todavía tantos problemas, tantas dudas, ocho mil personas hospitalizadas por Covid, dos mil en UCI, tantos miles padeciendo secuelas, tantos miles de familias encajando la pérdida del empleo o del negocio, un año después la diferencia son las vacunas.
Es verdad que este año, la mayoría de las cosas que podían salir mal, salieron mal
Es verdad que este año la mayoría de las cosas que podían salir mal, salieron mal. Empezando por el departamento encargado de alertar sobre nuevas enfermedades (el centro de alertas de Simón, que no alertó); la falta de medios en los hospitales –ni Epis ni respiradores suficientes—; la ausencia de recursos médicos en las residencias –-enfermos que no llegaron a ser trasladados--; los cambios de criterio –-mascarillas no, mascarillas sí--; el pudor mal entendido que nos llevó a anteponer las imágenes de balcones aplaudiendo a la de ambulancias yendo y viniendo, ambulancias y coches fúnebres, qué escándalo generó, ¿se acuerda?, que se vieran los féretros, por decenas, en el palacio de Hielo.
Y la desescalada ---demasiado rápida, se dice ahora--, y la segunda ola, y la tercera. Y el afán por maquillar los peores datos. Y la falta de respuesta que arrastramos, un año después, a la pregunta que ya estaba ahí en las primeras semanas: por qué España presenta peores índices que casi todos los demás países. De cuarenta y cuatro países de Europa, somos el sexto con mayor mortalidad, según El País. Y uno de los que peor registro presenta en el número de profesionales sanitarios contagiados.
De cuarenta y cuatro países de Europa, somos el sexto con mayor mortalidad
Pero ha habido algo que sí ha ido mejor de lo que nadie esperaba hace un año. La Organización Mundial de la Salud nos decía, por entonces, que en el mejor de los casos estaría disponible una vacuna a la vuelta de dieciocho meses, probablemente más, calculen dos años. Sólo ha pasado uno y disponemos no de una vacuna sino de siete. Tres se están empleando ya en España ---Pfizer, Moderna, AstraZeneca--- y una cuarta llega el mes que viene ---Johnson and Johnson---. Y si ha sido posible que haya vacunas y las haya habido tan rápido es por la cantidad de información que han podido compartir los científicos, por las nuevas tecnologías en manipulación genética y por la cooperación entre el dinero público y las empresas privadas.
si ha sido posible que haya vacunas y las haya habido tan rápido es por la cantidad de información que han podido compartir los científicos, por las nuevas tecnologías en manipulación genética y por la cooperación entre el dinero público y las empresas privadas.
Por eso esta mañana hemos viajado aquí, al futuro. A la vida vacunada contra el virus.
"Medio partido de Ciudadanos le va a cantar las cuarenta a Arrimadas"
No me olvido de Ciudadanos, en el día en que medio partido le va a cantar las cuarenta a Inés Arrimadas. Ni del PP, y el convencimiento que exhibe su cúpula de que el partido naranja acabará o bien extinguido o bien absorbido, que a efectos electorales es lo mismo.
Lo de Murcia acabó fatal para Arrimadas, no ha acabado bien para Sánchez y sólo ha acabado medio bien para el PP. ‘Medio bien’ porque conserva el poder, que es la aspiración de los partidos políticos cuando ya lo tienen, pero al precio de premiar (que es forma de llamar a la persuasión remunerada en especie) a tres veletas que el miércoles te firman una moción de censura y el viernes te la des-firman llenándose la boca de no sé qué supuesta coherencia. Los tres sostienen que primero les parecía bien tumbar al gobierno de López Miras pero luego se lo pensaron mejor porque vieron que el PSOE se quedaba con la mayoría de las consejerías. Los socialistas tienen 17 diputados y Ciudadanos, 6, pero la presidenta regional iba a ser naranja. Ni media palabra sobre el programa de gobierno: cambiaron de idea al ver cuántos sillones le tocaba a cada uno. Entre medias, el PP subió la oferta para los ciudadanos mutantes y, con tres consejerías nuevas y una vicepresidencia reforzada se cerró el negocio. Perdón, la negociación.
La gran derrotada, Martínez Vidal, que iba para presidenta, culpa a Fran Hervías, el hombre de confianza de Rivera que controlaba el aparato en la etapa anterior, de haberle reventado la moción de censura. Hervías anunció este fin de semana que se va de Ciudadanos y que se apunta al PP sin guardar luto. Y en el PP quieren creer que, como el flautista de Hamelín, tras él llegarán en goteo constante –si no en aluvión– diputados autonómicos y senadores temerosos de que a Ciudadanos le queden dos telediarios e interesados en asegurarse unos cuantos años más en política. Ya se sabe que los nuevos partidos, a diferencia de los de antes, estaban integrados por gentes que en absoluto aspiraban a hacer de la política su profesión. Era eso, ¿no?
El PSOE murciano no se resigna a dar por perdida la moción de censura. Conesa, el líder regional, le dijo a su dirección este fin de semana –y el diario La Verdad ha difundido los audios– que igual que Podemos ha dicho que votará a favor podría hacerlo otro partido.
¿Aspira el PSOE a que le salven la moción de censura dos diputados veletas de Vox?
¿Qué otro grupo? Si sólo queda... Vox. ¿Aspira el PSOE a que le salven la moción de censura dos diputados veletas de Vox? Recomienda Conesa a sus compañeros de partido que mantengan la tensión y que tengan algún guiño con los medios que se han mostrado más receptivos a la información que les hace llegar el PSOE sobre lo que él llama el chicle de la corrupción.
Sobre el ayuntamiento quiere pensar que esa moción de censura sí que saldrá adelante, aunque él mismo admite que después de lo que ha pasado en la Asamblea regional cualquiera sabe lo que puede pasar.