Siempre que llega este día yo me acuerdo de Gomaespuma. ¿Qué día? El de la apertura del año judicial. El acto institucional en la sede del Supremo, concentración de togas y ropones (que diría Raúl del Pozo), para estrenar el nuevo curso en la judicatura.
Gomaespuma fingía una transmisión de este acto trepidante, como si fuera la Vuelta Ciclista, plena de emoción e imposible dejar de escucharla. O sea, lo contrario de lo que viene a ser. Tan ceremonioso, discursivo y -es verdad- aburrido para la mayoría de los ciudadanos.
De crisis en crisis hasta la devaluación total de las instituciones
A las doce empieza la cosa, en presencia del rey y con discurso del fiscal general y del presidente del Supremo. Los dos, interinos y a la espera de que llegue el siguiente. El fiscal general, porque cambia cada vez que cambia el gobierno. Y el presidente del Supremo, porque está cubriendo el hueco que hace un año dejó Lesmes. Cuando se quemó a lo bonzo en la plaza de las Salesas (en sentido figurado) harto de que los grupos políticos ignoraran sus llamamientos a renovar de una vez el CGPJ.
¡Una crisis nunca antes vista!, dijeron las crónicas, ¡dimite el presidente del Supremo! Y ya ve usted: un año cumple Marín como presidente en funciones del Tribunal Supremo. De crisis en crisis hasta la devaluación total de las instituciones.
En realidad, hoy el suplente Marín podría ahorrase el discurso y redifundir en una pantalla gigante el que hace un año hizo Lesmes. Actual, sigue siendo. Incluso más actual que hace un año. Hagamos un rápido ejercicio de memoria histórica reciente. Ojo con la desjudicialización, decía, ojo que hay peligro.
Un año después, hemos dado un paso más
El riesgo de impunidad para autores de delitos graves por el simple hecho de que tienen influencia política. Dices: ¡este Lesmes era un visionario! Vio venir que Puigdemont tendría la llave de la investidura de Sánchez y que el precio sería salir impune. Bueno, tan lejos no llegaba la profecía, pero se ha visto que interpretaba bien lo que, en verdad, significaba desjudicializar el conflicto.
Ahora ya no es exonerar a los de Esquerra pendientes de juicio, sino rehabilitar a Puigdemont y declarar extinguida cualquier responsabilidad penal
Un año después seguimos estando en lo mismo, pero habiendo dado un paso más: ahora ya no es exonerar a los de Esquerra pendientes de juicio, sino rehabilitar a Puigdemont y declarar extinguida cualquier responsabilidad penal en que pudiera haber incurrido. O sea, amnistiarle sin decir que se le ha amnistiado. Porque ni siquiera llegará a ser juzgado. Por su interés, repetimos.
Nunca se tomaron en serio la tarea de renovar el CGPJ
Los últimos cinco años este acto institucional en el Supremo ha sido el día de la marmota. El presidente del Poder Judicial siempre hizo alguna alusión al procedimiento judicial sobre el procés y siempre urgió a los grupos políticos a que renovaran a tiempo el CGPJ. En ambos casos, sin el menor éxito.
Durante cinco años el gobierno de Sánchez y el PP de Casado, primero, y Feijóo después, se han apropiado de una negociación que, en rigor, corresponde a todos los grupos parlamentarios. Son el Congreso y el Senado quienes han incurrido en dejación de funciones, con Ander Gil y Meritxell Batet al frente. Ni el uno ni la otra se tomaron nunca en serio la tarea de renovar el CGPJ porque siempre actuaron más como delegados del gobierno en las Cortes que como responsables de un poder distinto, y autónomo, del poder ejecutivo.
Batet se borró ayer de la vida política sin explicar por qué
Ambos, por cierto, han pasado a mejor vida política. Con Ander Gil no ha contado Sánchez para vicepresidir el Senado o ejercer de portavoz del grupo socialista. Y de Meritxell Batet ya le he contado que se borró ayer de la vida política. Sin explicar por qué. Que digo yo que qué menos que explicarle a los novecientos cincuenta mil catalanes que le dieron su voto hace siete semanas qué ha ocurrido para que ahora haya decidido quitarse de en medio. No hace ni un mes que tomó posesión de su escaño.
A falta de explicación, el terreno está abonado para la especulación. Y es inevitable recordar dos cosas: que Sánchez ya sacrificó a Batet en su negociación para la mesa del Congreso porque los independentistas le habían puesto la cruz; y que uno de los motivos de que la tuvieran crucificada es que dos años y pico rechazó tramitar la ley de amnistía que promovían Esquerra y Junts porque dejar impunes los delitos cometidos por Puigdemont y compañía le parecía -en sintonía con los letrados del Congreso- descaradamente inconstitucional.
Sánchez ya sacrificó a Batet en su negociación para la mesa del Congreso porque los independentistas le habían puesto la cruz
Batet ha despachado su espantada con un tuit en el que dice que ha valorado que éste es el mejor momento para irse. Le ha faltado explicar por qué es el mejor momento. Justo ahora que su partido avanza hacia el pacto histórico que resolverá para siempre la cuestión catalana. Éste es el mejor momento para irme. Entiéndame, que tomó posesión de su escaño hace tres semanas. ¡Tres! ¿Qué ha pasado en tres semanas? Ella sabrá.
A Batet le habría resultado inasumible tener que bendecir con su voto este enjuague a Puigdemont
Pero no le extrañará que se vincule su partida con esta enmienda a la totalidad que el PSOE se está haciendo a sí mismo al pasar de repudiar a Puigdemont y prometer que pagará por lo que hizo a aceptar ahora como una bendición que sólo exija, sólo, que el gobierno neutralice a la Fiscalía y garantice la impunidad de quienes están o fugados o siendo juzgados.
En la hipótesis más favorable para Batet, le habría resultado inasumible, habiendo sido la tercera autoridad del Estado, tener que bendecir con su voto este enjuague. La segunda autoridad es el presidente del gobierno, pero de él ya sabemos que haber descartado por ilegal y contraproducente una amnistía en noviembre y promoverla ahora como legítima y conveniente forma parte de su encomiable facilidad para cambiar de opinión, Pedro el Junco, porque mentir, él nunca miente.
Va siendo hora de que los ministros expongan su opinión
Es encomiable el coraje que están demostrando, por cierto, los ministros. Qué arrojo a la hora de expresar sin rodeos su criterio propio. Calviño estuvo donde Julia el lunes y dijo que no convenía que ella diera su opinión sobre la excursión de Yolanda a Bruselas a blanquear a Puigdemont. Ayer estuvo ella en Bruselas, no con Puigdemont -dale tiempo- sino para otras cosas propias de su cargo. Nuestro corresponsal, Jacobo de Regoyos, le hizo una pregunta bien pertinente.
No es una pregunta que se suscite. Pero si te la acaban de suscitar. Y es una pregunta sencilla. No sobre la constitucionalidad de dejar impunes delitos graves. Sino sobre su justicia. ¿Es justa una amnistía? ¿Es merecida? La vicepresidenta primera no responde. Pero dice esto tan llamativo de que desde 2018 su aproximación es clara. La aproximación, ¿a qué?
Responder a lo que se pregunta es incómodo. Sobre todo, cuando uno antepone el seguidismo al jefe al criterio propio
Desde 2018, ya estamos reinventando la historia. En 2018 el gobierno al que ella pertenece renegaba de los indultos y predicaba que los delincuentes habrían de cumplir íntegramente sus penas. Con todo el afecto a la vicepresidenta, ¿pero qué me está usted contando? 2018, dice. Si han estado satanizando a Puigdemont hasta hace mes y medio, Nadia.
¿Es justo? ¿Es merecido? ¿Es ésta forma de despacharlo?
Responder a lo que se pregunta es incómodo, hay que entenderlo. Es incómodo, sobre todo, cuando uno antepone el seguidismo al jefe al criterio propio. Pero va siendo hora de que los ministros expongan si de verdad les parece serio que un asunto tan relevante como una amnistía, o ley de punto final, o como la acaben llamando, puede ser resuelto de manera acelerada en cuatro semanas, con medio Congreso en contra y el Senado rechazándola; si un asunto tan serio como una amnistía, o como la llamen, no debería contar con un debate más profundo y un respaldo más amplio; si despacharlo ahora por la vía express sólo para atar siete votos no es una gigantesca broma pesada.
Encelarse en que si es constitucional o no les está evitando mojarse en todo esto otro: ¿Es justo? ¿Es merecido? ¿Es ésta forma de despacharlo?