Rara, rara, rara. En homenaje a Papuchi admitamos que esta campaña electoral (y veraniega) de 2023 -la campaña inesperada- está resultando rara, rara, rara. No porque haya menos mítines, o más entrevistas, o porque el socialista que más se prodiga en la promoción no de Sánchez sino del gobierno de coalición -Sánchez y Podemos- sea uno jubilado de apellido Zapatero, suplente de tanto barón desaparecido en combate. (O de perfil ante el combate). La campaña está siendo rara, a mí me lo parece, por las estrategias ligeramente marcianas que han elegido los audaces fontaneros de los comités de campaña. Y no estoy pensando en ‘Verano azul’, que también.
Para Vox la prioridad son los sillones, la moqueta
La única campaña nítida, facilita de entender, -a, b y c-, es la que están haciendo los de Vox. Quieren el poder, ya está. Por supuesto que lo quieren. Para uniformar España. Pero se saben minoritarios, qué le vamos a hacer. Saben que la única opción que tienen de tocar poltrona es de la mano del PP, empotrados en los gobiernos del PP. A eso dedican todo su esfuerzo, a disponer de la llave, exhibirla -como hacía Carod Rovira- y hacer pagar el precio correspondiente al PP.
La prioridad son los sillones, la moqueta. Si hay que recurrir al bloqueo, se recurre. Ya se ha visto en Murcia. Los de Abascal entonando el no es no. ¿Qué parte del no no has entendido, López Miras? No es gobierno conservador lo que buscan, es un trozo de gobierno para uniformar por trozos la sociedad.
La campaña del PP está siendo perfectamente desconcertante
La campaña del PP está siendo perfecta… en lo errático. Perfectamente desconcertante en las tres últimas semanas. Embrollado en sus negociaciones dispares con Vox, improvisando criterios aritméticos; corrigiendo sobre la marcha la lista de las leyes que pretende derogar; reivindicando el valor de la palabra dada mientras obliga a María Guardiola a traicionar la suya (y ella se deja); y abriendo unos días la mano a cogobernar, con toda naturalidad, con Vox para pedir al siguiente la concentración del voto para evitar el terrible escenario de tener de ministro a Santiago Abascal.
Ahora que del debate ha salido Feijóo remineralizado, la prioridad es jibarizar a Abascal, encanijarle
Ahora que del debate del lunes ha salido Feijóo remineralizado, contra pronóstico, la prioridad es jibarizar a Abascal, encanijarle, hacer que su respaldo electoral vaya menguando de aquí al día 23 para ponerle difícil abrazar el no es no.
Díaz dice que hay que tomarse en serio a Feijóo como rival
Yolanda Díaz ha dicho, como si estuviera descubriendo América, que hay que tomarse en serio a Feijóo como rival. ¿Quién no lo ha hecho, vicepresidenta, su presidente? A la líder de Sumar la permitió el equipo del presidente aparecerse en la sala de prensa de la Moncloa tras el Consejo de Ministros de ayer. Hacía tanto tiempo que algo así no pasaba que algún periodista pensó que se había colado. El PSOE compartiendo su escaparate semanal con Yolanda el día siguiente a que Sánchez defraudara a todos en el debate. Qué cosas.
Ya casi nadie se acuerda, pero el Gobierno sigue reuniéndose cada martes y acoge aún en su seno a las ministras de Podemos. Existen Irene Montero y Ione Belarra, aunque hayan sido borradas de la foto por Pedro y por Yolanda.
Hay que tomarse en serio a Feijóo como rival. Esta parte de la campaña yolandista es también pasmosa. Predica desde hace meses que Feijóo está inhabilitado para gobernar porque no se entera de nada. Un insolvente.Mentiroso. Lo peor de lo peor. Y un gran adversario, párate. Repite cada día Yolanda que los españoles están descubriendo ahora a Núñez Feijóo. A diferencia de los gallegos como ella, que le conocen bien. Ah, en Galicia sí. Los gallegos conocen mejor que nadie a Feijóo y a Yolanda. Él enlazó cuatro mayorías absolutas seguidas. La marca política de ella no tiene siquiera representación parlamentaria. ¿De verdad es inteligente insistir en esto de quién conoce a quién? Que sepáis, gallegos, que lleváis trece años eligiendo como gobernante a un perfecto inútil y dando la espalda a la gobernante buena. Yo esta estrategia tampoco la entiendo, perdóneme.
Lo de Sánchez es una campaña de imagen propia
Y del PSOE, qué quiere que le cuente. Lo de Sánchez no es una campaña para ganar el gobierno de un país. Es una campaña de restauración reputacional. O sea, de imagen propia. No es que sea una campaña personalista, es que todo consiste en reivindicar su persona combinando el victimismo con el autoelogio, ahora me quejo, ahora me aplaudo.
Aquí no importa que el PSOE gane o pierda las elecciones, importa que el presidente se desquite de sus fantasmas personales, los Falcon y los ‘que te vote Txapote’ que atormentan sus sueños. Asuntos perfectamente secundarios, o terciarios, convertidos por el presidente en el alma de la campaña.
Aquí no importa que el PSOE gane o pierda las elecciones, importa que el presidente se desquite de sus fantasmas personales
Empezó con lo de trumpismo campante que le había hecho perder las elecciones de mayo; siguió con la justificación facilona de sus bandazos políticos (él no miente, cambia de criterio); se lanzó luego a hacer la disección de los medios para calcular, a ojo, que el noventa por ciento le tienen declarada la guerra; y ahora anda tratando de reescribir el debate del lunes para ganar en el post partido lo que perdió clamorosamente en el césped.
Sánchez trata de ganar el post partido
Salir en tromba, como hicieron ayer sus ministros, a justificar burdamente la actuación de su candidato alegando que Feijóo mintió tanto que embarró el debate -palabras clave en la consigna gubernativa de ayer: Feijoo-montaña de mentiras-embarrar-, salir en tromba y ponerse a fabricar vídeos de ocasión es enmendarle la plana al candidato por no haber dado la talla.
No fuiste capaz de ganarle el pulso en directo a tu adversario, pero aquí estamos nosotros para fingir que nos creemos lo que estamos predicando. Fingen, porque la perplejidad por el pobre desempeño de su líder es patente en las filas socialistas. Perplejas y defraudadas.
Zapatero pidiendo el VAR del debate
Puesto a echarle la culpa al césped, al barro, a los moderadores o a lo que haga falta, el presidente del club de fans de Sánchez-Podemos, Zapatero, en conversación con Julia Otero, encontró ayer una explicación inesperada.
ZP pidiendo el var. Para la próxima campaña, tomen nota el equipo de realización de Atresmedia, hay que sentar a Vicente y Ana entre los candidatos. Con diez o doce cascos azules. Cada español lleva dentro un seleccionador nacional de fútbol, un audaz entrevistador de Sánchez y ahora también, un diseñador de formatos televisivos. Acabáramos.
No fuiste capaz de ganarle el pulso en directo a tu adversario, pero aquí estamos nosotros para fingir que nos creemos lo que estamos predicando
Ayer subrayamos aquí que Sánchez negó en el debate, con enorme convicción, que Zapatero hubiera congelado las pensiones.
Nos preguntábamos ayer si Zapatero tendría a bien confirmar o desmentir, donde Julia, si no fue acaso él el presidente que suspendió la revalorización de las pensiones en 2011.
Y en efecto, corrigió a su discípulo Sánchez. Al que no acusó, por supuesto, de negar la realidad, sino de no ser preciso en su desmentido.
Zapatero gobernó España los tres primeros años de crisis financiera
Por supuesto que las congeló. Las pensiones. Contributivas. Y recortó el salario de los funcionarios. Y modificó la Constitución para consagrar la estabilidad presupuestaria que la izquierda bautizó como austericidio. Porque Zapatero, en efecto, gobernó España los tres primeros años de crisis financiera. Sánchez siempre se refiere a aquel tiempo como si siempre hubiera gobernado el PP.
Diez años de políticas neoliberales. Es decir, de 2008 a 2018. Empezando por quien es hoy el principal apóstol de Sánchez, y presidente de gobierno cuando las subprime, Lehman Brothers y el sistema financiero español que era la envidia del mundo. Zapatero también hubo de gestionar una crisis financiera sin precedentes. Y con él empezaron los ajustes. Precíselo alguna vez el presidente no vaya a parecer que distorsiona la historia para borrar nuestra memoria reciente.