Si la Coca Cola fuera un país, ésta sería su capital: Martorelles, a la orilla misma del Besós, que de aquí va para Santa Coloma, un poco más abajo de Montmeló y a veinte kilómetros de Barcelona. Hoy emitimos este programa desde la Ciudad de la Coca Cola, despertando, así, la envidia del resto de los españoles que consumen esta bebida, que son todos.
Si el sueño de Charlie era visitar la fábrica de chocolate del señor Wonka, el sueño de los bebedores de Coca Cola es estar en un lugar como éste, donde las botellas y las latas se cuentan por decenas de miles y nunca deja de salir Coca Cola del grifo. Y otras bebidas también, claro que sí: la Fanta, el Aquarius, la Nordic Mist, las aguas. Que esta empresa tiene manantiales propios de agua.
Hace 70 años Coca Cola llegó a España
Nos hemos venido a la planta de Coca Cola EuroPacific Partners en Martorelles a celebrar que hace setenta años llegó la Coca Cola a España. Con su botella de vidrio inconfundible (que imita el fruto del cacao) y tejiendo una relación con los infintos bares que ya había entonces en un país que otra cosa, pero bares tiene los que usted quiera.
Les iremos contando a lo largo de la mañana los secretos de esta historia de éxito -los secretos que se pueden contar, porque otros permanecen vedados incluso a los más altos cargos de la compañía- y aprovecharemos para compararnos con los españoles de 1953: lo que ha cambiado el país.
El postureo de Colau y Aragonés ante Felipe VI
Y desde aquí les estamos contando la actualidad de este penúltimo día de mes.
Que pasa, en primer lugar, por Barcelona. En hora y media coincidirán de nuevo el rey Felipe, Sánchez, Aragonés y Ada Colau para abrir las puertas de la feria electrónica más importante de nuestro país: el Mobile.
Hubo cena de bienvenida a los ejecutivos de las empresas asistentes. Lo que no hubo fue bienvenida de la alcaldesa Colau y el presidente catalán al jefe del Estado: han institucionalizado la descortesía institucional. Y el postureo. Porque en la puerta no le reciben pero luego bien que se arriman a compadrear un poco.
Juicio a Laura Borrás por corrupción de la de toda la vida
Mientras la feria del Mobile se pone en marcha, con las autoridades luciendo palmito, en el Tribunal Superior de Cataluña intentará lucirse la presidenta del Parlamento autonómico (o semi presidenta, porque está suspendida precisamente por este juicio).
Juicio por corrupción, de la de toda la vida de dios: un cargo público que trocea contratos de la institución que dirige para regar de dinero a un colega. Tiene difícil lucirse la procesada, pese a su acreditada elocuencia, porque a medida que ha ido avanzando el juicio se le ha ido poniendo todo más cuesta arriba.
Como Jack en la escena final de Titanic, flotando aún pero sabiendo todos los espectadores que se hundirá seguro
El colega en cuestión, amigo del alma, compañero, confirmó la semana pasada todo el mangoneo dejándola en una situación, digamos, complicada. Un poco como Jack en la escena final de Titanic, flotando aún pero sabiendo todos los espectadores que se hundirá seguro.
Como elemento añadido a este juicio, hoy la señora Borrás lleva como perito de su defensa a Emilio Hellín Moro, el militante de Fuerza Nueva que fue condenado por asesinar a Yolanda González en el año 80 y que estuvo fugado en el Paraguay de Stroessner. Terminó de cumplir condena en el 96 y ahora colabora con el abogado de Puigdemont y Borrás, Gonzalo Boye.
Hacía tiempo que la corrupción no salpicaba a un diputado del Congreso
Corrupción de toda la vida es lo de tito Bernie, Bernardo Fuentes, diputado en Cortes del Partido Socialista hasta hace cuatro días y metido hasta las cejas en una trama de tráfico de influencias para conseguir subvenciones y agilizar contratos, presuntamente. Sesenta gigas de información han descargado los investigadores del teléfono del famoso mediador, al que cazaron por el robo de una tarjeta de crédito, presuntamente.
Al tal Bernie, promocionado de la política regional a la nacional quién sabe por qué lo apartó el partido de su escaño días antes de que fuera imputado. Lo contamos aquí: fue suspendido cuando aún no había trascendido que estuviera pringado en la trama del sobrino. ¿Qué sabía el partido que los demás aún no supiéramos?
Fue suspendido cuando aún no había trascendido que estuviera pringado en la trama del sobrino. ¿Qué sabía el partido que los demás aún no supiéramos?
Hasta el viernes no se animó a decir ni media sobre el asunto el líder del PSOE canario y presidente autonómico, Torres.
La trama de tito Bernie, el sobrino espabilao, el general de la Guardia Civil al que llamaban papá y el empresario de placas solares apodado el curita amenaza con pasarle factura al PSOE en Canarias. Hacía tiempo que la corrupción no salpicaba a un diputado del Congreso.
Corrupción es también meter la mano para llevarse el dinero a casa
Corrupción de toda la vida también es lo de Fernández Díaz, ex ministro de Interior de Rajoy, aunque no se comprara un jaguar o tuviera una cuenta en Suiza. Justo por eso lo de Fernández Díaz es un ejemplo preciso de cómo la corrupción no se limita a meter la mano en la caja para llevarse el dinero a casa. Quince años le pide la fiscalía.
Que los propagandistas del Gobierno defiendan ahora que lo de Jorge Fernández Díaz fue malversación pero de la bondadosa
Corrupción es, también, meter la mano para financiar con dinero público actividades ilegales, sea el espionaje al contable del partido al que pertenece el ministro del Interior para sabotear un procedimiento judicial, sea la fabricación de pruebas falsas para incriminar a dirigentes políticos de partidos rivales. Tan corrupción es eso como pagar con dinero de todos un referéndum ilícito dentro de una operación dirigida a privar de sus derechos políticos a la mayoría de los ciudadanos.
Los propagandistas del Gobierno que se pasaron semanas glosando la beatífica diferencia entre el político que tiene una cuenta en Suiza y el que ‘sólo’ desvía dinero de una partida a otra que vengan ahora a defender que lo de Jorge Fernández Díaz fue malversación pero de la bondadosa, la que hay que disculpar con penas más bajas.
Belarra advierte de que no hay que fiarse de las promesas de su propio gobierno
En el disparatado mundo de la política patria, hoy presentamos: el Gobierno que se acusa de lanzar bulos a sí mismo.
En su afán por dejar claro que repudia el envío de armas a Ucrania (y en general, cualquier cosa que haga la OTAN), la ministra del gobierno Sánchez Ione Belarra proclamó hace una semana que no hay que fiarse de las promesas que hacen los gobiernos europeos. Conjúguese en tercera persona, como si ella perteneciera a un gobierno, qué te digo yo, del Asia Oriental.
La ministra nos advierte contra el incumplimiento de palabra de los gobiernos cuando dicen, por ejemplo, que nunca, nunca habrá soldados españoles en Ucrania.
Tenemos por tanto a un gobierno que rebate los bulos que salen del propio gobierno
Exacto, cuando dicen esto mismo que ayer dijo a La Vanguardia Margarita Robles: nunca, nunca. La palabra de la ministra de Defensa no vale nada, por tanto, para su compañera Belarra. Pero en esto tercia el ministro de Exteriores para avisar de que los sembradores de sospechas no hacen otra cosa que soltar bulos.
Tenemos por tanto a un gobierno que rebate los bulos que salen del propio gobierno. Qué más se puede pedir. Yo me lo guiso, yo me lo como. Y la azarosa vida del gobierno de coalición sigue, como si aquí no pasara nada.