OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Empatía nominalística"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las declaraciones de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, asegurando que el nuevo modelo de financiación para Cataluña no es un 'concierto' económico, a pesar de que fue así como ella misma se refirió a esta propuesta que hizo Esquerra hace meses.

Carlos Alsina

Madrid | 05.09.2024 08:54

Iniciemos el día con un acto de gratitud. Agradezcámosle al presidente del gobierno que se abstuviera ayer de repetir eso de que ‘España va como un cohete’ porque después de admitir que tenemos niveles de pobreza, desigualdad, paro juvenil y coste de la vivienda inaceptables, habría quedado raro que reincidiera en el eslogan espacial que alguien se inventó en La Moncloa y que deja pequeña la autoestima de Aznar… y la Champions League de Zapatero.

Agradezcámosle a la vicepresidenta Montero que se abstuviera ayer de decir que el trato preferencial a Cataluña se justifica porque en Soria hay ayudas para contratar gente… porque el ridículo conviene no hacerlo tres veces seguidas la misma semana. Y el PSOE, con Cuenca y Soria, ya llevaba dos.

Y agradezcamos a los vocales del Consejo del Poder Judicial que hayan elegido presidenta del Supremo justo a tiempo para que hoy esté presente en la apertura del año judicial, esta hermosa tradición anual que reúne hoy en las Salesas al gobierno que se ha dejado la piel para deshacer el trabajo de los jueces del Supremo sobre el procés y a los jueces del Supremo que se han dejado la piel para aguarle al gobierno su amnistía y mantener a Puigdemont en busca y captura.

Por decisión del presidente, un hombre dirigirá el Banco de España

El gobierno lleva dos días celebrando que el Consejo haya elegido, por fin, a una mujer presidenta. ¡Ya era hora!, dice, ¡ya era hora!, a la vez que aplaude con fervor a Sánchez por haber vuelto a poner a un hombre al frente del Banco de España. No ha querido el presidente que el Banco lo presidiera una mujer, qué le vamos a hacer, se ve que para eso aún no es hora.

El gobierno lleva dos días celebrando que el Consejo haya elegido, por fin, a una mujer presidenta, a la vez que aplaude a Sánchez por poner a un hombre al frente del Banco de España

Por decisión del presidente, un hombre dirigirá el Banco de España, Escrivá, un hombre sustituirá a Escrivá en su ministerio, Óscar López, y un hombre relevará a Óscar López como jefe de gabinete en la Moncloa, Diego Rubio. Al frente de los hombres del presidente seguirá estando un hombre. O dos, Rubio y el propio Sánchez.

Sánchez se empeña en hacerle la oposición a Mariano Rajoy

Bueno, de las dos homilías que ayer oficiaron el presidente y su vicepresidenta -él, ante público cautivo en el Cervantes; ella, ante adversarios con ganas de pelea en el Senado- ganó por interés (lo siento, presidente) la señora Montero.

Sánchez estuvo meritorio, celebrando que los españoles le tengamos a él al frente del gobierno y planteándose para este nuevo curso un poco los mismos objetivos que repite cada año. Estuvo meritorio porque tocó algunos de los elementos de estos seis años y pico de los que el gobierno, en efecto, puede presumir: el crecimiento del empleo, la subida del salario mínimo, el ingreso mínimo vital, el crecimiento del PIB por encima de la media europea. Pero luego se empeña en ejercer de líder de la oposición madrileña -resignado a que Ayuso vaya a seguir en el poder como ella tendrá que resignarse a que siga él- y se empeña en hacerle la oposición a Mariano Rajoy, criatura. Y ahí, pues pierde interés porque es un disco rallado y caducado.

Sánchez lleva seis años y pico ya en el poder, está a punto de igualar a Rajoy en permanencia en la Moncloa, y ahí sigue, hablando de los recortes de 2012

Sánchez lleva seis años y pico ya en el poder, está a punto de igualar a Rajoy en permanencia en la Moncloa, y ahí sigue, hablando de los recortes de 2012 y obviando, claro que el gobierno anterior heredó un país en recesión y en riesgo de quiebra -algo sabrá Zapatero- y que él ya heredó un país que crecía al 3% y al que la Unión Europea le había suavizado la cura de adelgazamiento. Hoy Sánchez presume, y hace bien, de que la economía española crezca al dos y medio por ciento. El último año de Rajoy creció un tres y al Sánchez de entonces le pareció que era un fracaso. Autocomplaciente, Mariano, que eres autocomplaciente.

Le honra, en todo caso, a un presidente que lleva más de seis años ya en el sillón admitir que en el país que él gobierna el paro juvenil, la desigualdad y la pobreza está en niveles inaceptables o que comprar un piso es misión imposible para amplias capas de la población. Lo que pasa es que, a estas alturas, ya debería concretar cuántos años de gobierno más se supone que necesita para que la pobreza o la desigualdad dejen de ser tan apremiantes. Cuántos más para que el problema de la vivienda haya dejado de serlo. Cuántos más para que nuestro PIB per cápita deje de estar por debajo de la media de la Unión Europea (puesto catorce de veintisiete).

Cuántos años más necesita Sánchez para que el problema de la vivienda haya dejado de serlo

Porque esa pobreza, esa desigualdad, ese precio inasumible de la vivienda, ese paro juvenil son elementos tan relevantes en el diagnóstico de país como la tasa de crecimiento del PIB. Y cuestionan seriamente la afirmación gubernamental ésa del cohete.

El cambio de modelo de financiación autonómica

Quizá el pasaje en el que estuvo menos convincente fue el de la financiación autonómica. Para haber exigido el lunes agallas a los demás, ayer estuvo reservón a la hora de mirar de frente a este asunto. Si eres Sánchez y empiezas por decir ‘me comprometo’, mal asunto, quién dice que mañana no habrás cambiado de opinión.

Qué fijación con Rajoy. La unidad de medida es lo que recibieron las regiones en los años (ya lejanos) en que gobernó Rajoy. A ver, que reciban más recursos tiene poco mérito. Hoy, nuestro PIB es medio billón de euros más alto que en aquellos tiempos. Hay más actividad económica, hay más población trabajando, hay más recaudación fiscal. Luego lo anómalo sería que las comunidades autónomas recibieran menos. No es ése el asunto de debate. Es si el cambio de modelo, y de criterios, traerá consigo que unas regiones mejoren muchísimo su financiación y otras la mejoren poco.

Si eres Sánchez y empiezas por decir ‘me comprometo’, mal asunto, quién dice que mañana no habrás cambiado de opinión

Es decir, que en proporción a lo que hay para repartir, los criterios cambien tanto que la mejora no sea homogénea. Trato preferencial en el reparto de la mejora. Sánchez usó el verbo proponer: ‘El sistema que vamos a proponer’. Pero no es una propuesta, es un hecho ya consumado porque el cambio de sistema lo tiene ya firmado con uno, y solo uno, de los presidentes autonómicos: su ex ministro Salvador Illa.

Y en este sentido, lo más relevante que pasó ayer en el Senado es justo eso: que el gobierno hizo suyo, ante la sociedad representada en esa cámara, el pacto que un partido político, el PSC, firmó con otro partido, Esquerra Republicana. Y el gobierno, al hacerlo suyo, asume el compromiso de aplicar un nuevo modelo de financiación que han diseñado estos dos partidos, que afectará a todas las comunidades autónomas, pero que no se ha valorado, ni comentado, ni negociado con ninguna de ellas.

No concreta qué significa esfuerzo fiscal

A María Jesús Montero, intentando ser justos, hay que reconocerle que algo más que su jefe sí dijo ayer. Por ejemplo, que la singularidad que ella le ve a Cataluña es que tiene más competencias transferidas que las demás. O por ejemplo, que el sistema no le parece insolidario porque contempla que Cataluña contribuirá a la solidaridad.

Hizo bien en leer el documento la ministra, porque el documento hay dos cosas que no concreta y dos que sí. No concreta quién y cómo calculará a cuánto asciende esa solidaridad. Sí concreta que es la solidaridad condicionada y limitada. Limitada al famoso principio de ordinalidad (esto no lo leyó la vicepresidenta) y condicionada a que las demás regiones hagan un esfuerzo fiscal similar a Cataluña. No concreta qué significa esfuerzo fiscal ni quién juzgará si es similar o no, es decir, si las demás tienen derecho o no a la solidaridad catalana.

Y como la ministra tampoco concretó y tampoco aclaró más, se lo puso en bandeja a Junts, que anda rebotado por el gatillazo de Puigdemont, para reclamarle que se retratara.

En perfecto castellano, eh, ahora que se puede hablar en catalán en el Senado, kalimotxo y game over. Bueno, menos lobos que para que haya game over tiene que haber moción de censura y no parece que esté en el horizonte.

La empatía nominalística

Ah, y no es por insistir, pero dado que la ministra insistió ayer en que es intoxicar llamar al modelo que se ha pactado concierto… nominalistamente, animemos de nuevo a que sea ella, la vicepresidenta, quien explique en qué se diferencia el sistema que pedía Esquerra con el sistema que se ha garantizado a Esquerra. Porque quien primero lo llamó concierto cuando Esquerra lo reclamó (julio de este año) resulta que fue María Jesús Montero.

Una suerte, sí, una suerte. Cuánto recuerda este episodio a aquel de Carmen Calvo diciendo que cuando ella defendía que una amnistía era inconstitucional se refería a un indulto general, no a una amnistía, pero que lo llamó amnistía porque Esquerra lo llamaba amnistía. La empatía nominalística.

Monólogo 05/09/2024