Hemos dejado atrás el puente de la Constitución, pero no todos. Hoy es fiesta en Andalucía, o sea, para una barbaridad de oyentes, es fiesta en Extremadura, la Región de Murcia, Aragón, Castilla y León y Asturias. En estas tres comunidades aprieta el frío esta mañana y se ha dejado ver la nieve en las zonas de montaña. Cordillera cantábrica e interior de Castilla y León, además de Pirineos, sigue el aviso por nevadas para este lunes. Aconsejable consultar la información actualizada de la Dirección General de Tráfico antes de ponerse en carretera.
La caída de un dictador en Siria
Nos deja el fin de semana el primer arreón invernal, aquí, en España, y la caída de un dictador en Siria. Bueno, más que un dictador una dinastía. Porque este Bashar (59 años) que ahora ha buscado refugio en las faldas de Vladimir Putin -dios los cría- heredó la bota de su augusto padre, Háfed el Assad, tan alérgico a las libertades como él y aún más duradero: treinta años estuvo el padre, autor, a falta de uno, de tres golpes de estado, tres, para ir escalando en la jerarquía y eliminando competidores, veinticuatro ha estado el hijo.
No sin oposición interna, que algo siempre hubo, pero beneficiado como nadie por el surgimiento del Daesh. Al lado del terrorismo islamista de esta gente, Al Assad parecía hasta soportable. De hecho, ha aguantado casi diez años más desde que Obama, aquel presidente que hubo una vez en Estados Unidos, lo dio por finiquitado. Esta vez ni Rusia ni Irán han podido salvar su régimen -su pellejo sí, salió zumbando-.
Ha caído un régimen dictatorial y se ha impuesto un régimen islamista dirigido por un tipo a quien la palabra yihadismo no parece que le desagrade
Sus ministros están o en fuga o escondidos, sus generales se visten de civil confiados en que nadie los reconozca y en la residencia presidencial se ha visto ya lo que antes se vio en Iraq, cuando cayó Sadam, o en Libia, cuando cayó Gadafi: el asalto popular y el desmantelamiento, empezando por los objetos de lujo y siguiendo por cualquier cosa a la que se le pueda sacar un dinero.
Ha caído un régimen dictatorial y se ha impuesto un régimen islamista dirigido por un tipo llamado Al Julani que se crió a los pechos de Al Qaeda y a quien la palabra yihadismo no parece que le desagrade. Qué puede salir mal.
Emitimos hoy desde Valencia, una mañana más
Después contamos alguna cosa más sobre Siria. Antes, les cuento que emitimos hoy desde Valencia, una mañana más. No vaya a ser que la reina Letizia, que vendrá hoy también, me recuerde que asumimos a la vez, delante de ustedes, el compromiso de regresar para que nada de lo que aquí sucedió hace cuarenta días caiga en el olvido. (Lo que sucedió hace cuarenta días y lo que ha venido luego, incluyendo el enorme trabajo que ya se ha hecho -fueron los vecinos los primeros en ponerse a ello, en aquellos primeros días de desconcierto- e incluyendo lo que aún se está haciendo y lo mucho que queda por hacer).
Que nada de lo que aquí sucedió hace cuarenta días caiga en el olvido
Si nada cambia, mañana se habrá restablecido la circulación en todas las carreteras de la provincia. Si nada cambia, mañana estará funcionando el cercanías entre Valencia y Catarroja. El jueves tendría que funciona de nuevo la C3 hasta Aldaia. El viernes, si nada se tuerce, reabrirán las primeras tiendas del centro comercial Bonaire. Y dentro de una hora, a un paso de donde nos encontramos, abre de nuevo sus puertas el Colegio de Infantil y Primaria Ausias March de Paiporta.
A la vez, sigue habiendo varios centenares de alumnos en otros municipios, Alfafar por ejemplo, sin centro escolar al que acudir, cuarenta días después. A la vez, siguen siendo multitud los comercios que no han podido reanudar su actividad. Y sigue habiendo garajes, aún hay garajes, donde el lodo no ha terminado de sacarse: garajes y sótanos, dicen los vecinos, que se nos han convertido en ciénagas. Y ascensores, decenas de ascensores con los fosos aún inundados y sin que las empresas de reparación puedan dar abasto.
Lo más valioso que se llevó la riada: la vida de un montón de gente
Los reyes vuelven esta tarde a Valencia. Esta vez a la capital y para asistir, en la Seo, al funeral por los doscientos veintidós fallecidos. Lo más valioso que se llevó la riada: la vida de un montón de gente.
Una familia entera: Jorge Garrido, Raquel Pagán, su niño Neizan, que tenía cuatro años. Eran de Aldaia.
Una madre y su bebé: Lourdes y Angelina, fue una de las primeras historias que conocimos: el marido vio cómo se las llevaba el agua. Lourdes, nacida en Venezuela, llevaba cinco años viviendo aquí, en Paiporta.
Estamos en el municipio que mayor coste en vidas ha pagado. Cuarenta y cinco. Se les recordó con velas la semana pasada en las dos orillas del barranco. Se les recordará, con el resto de fallecidos, en el funeral de esta tarde.
De Paiporta era Manolo Blesa, 71 años. Y Andrés Treviño, que tenía 76 y vivía en la residencia de mayores.
De Paiporta era Adolfo Torres, guardia civil.
Y Nuria Martínez, que trabajaba en La Fe y era de Paiporta de toda la vida. 55 años. Madre de Nuria.
De Paiporta era Amparo Ibor, que he leído que la llamaban la barrina. 84 años tenía.
Y Juan Mandingorra, que tenía 93. Noventa y tres años y cuatro hijos que han contado que al padre le gustaba manejarse solo.
La mayoría de los fallecidos, ya lo contamos, eran mayores. Mayores que vivían en pisos bajos y a los que la embestida del agua no les dio opción. En memoria de todos ellos queremos emitir hoy nuestro programa. De Ízan y Rubén Matías Calatayud, hermanos de Torrent, tres y cinco años.
Nombre a nombre, historia a historia, vida a vida, hasta sumar doscientos veintidós
De Maruja Sanz, que era de Utiel. Casada con Ángel, madre de Fernanda y de Ángel.
De Aurelio Martín Mateo, vecino de Alfafar. 67 años, se jubiló hace poco. Nacido en un pueblo Teruel, deja viuda y dos hijos.
De Bassem Zeitoun, que nació en Beirut pero pasó toda su vida aquí, en Aldaia. Camionero.
De Eva Canut, de Ribarroja, 54 años.
De Janine, de 32, trabajaba en el polígono.
De Miguel Manuel Bonilla, 62 años, profesor del Instituto Ciudad del Aprendiz.
O de Nelson Quijano, que era de Bucaramanga en Colombia, pero se había venido a estar con su hijo Diego.
Nombre a nombre, historia a historia, vida a vida, hasta sumar doscientos veintidós. Cuatro personas permanecen desaparecidas.