Medio mundo pensando que era un golpe de Estado y resulta que era una parada sindical. Una marcha de trabajadores uniformados, en sus vehículos de combate, rumbo a Moscú para exigir que no les cierren la empresa. La marcha del orgullo mercenario. Con su consejero delegado al frente.
"No teníamos por objetivo derrocar el régimen ni las autoridades legítimamente elegidas, como se ha dicho muchas veces. Nos dimos la vuelta para no derramar la sangre de los soldados rusos".
Prigozhin nunca pretendió desafiar a Putin
Este señor es Prigozhin, el negociante que montó este grupo de mercenarios que se hace llamar Wagner y que el sábado le puso la proa al gobierno ruso. Lo que ahora dice es que nunca pretendió desafiar la autoridad de Putin y mucho menos intentar descabalgarle. Prigozhin está en lo que está, que es en salvar su floreciente negocio militar dependiente de las contratas del Ejército ruso. Sostiene que la caravana militar que el sábado dirigió hacia Moscú era una suerte de manifestación de protesta contra el desmantelamiento de los Wagner y la pretensión del ministro ruso de Defensa de que, a partir de julio, sus militares pasaran a ser empleados de las Fuerzas Armadas bajo su único mando.
Medio mundo pensando que era un golpe de Estado y resulta que era una parada sindical
Resulta que esto que medio mundo interpretó como una asonada -el propio Putin salió por piernas de Moscú- era una movilización sindical en defensa de las condiciones de trabajo de sus mercenarios. Detuvo la marcha porque sus hombres no querían derramar sangre rusa -si hubiera sido ucraniana, adelante con los faroles- y ha aceptado la oferta del bielorruso Lukashenko, ahijado político de Putin, para contratar a los Wagner en otras operaciones. El negocio salvado y aquí paz y después, gloria.
No es obligatorio creerse a Prigozhin. Ni a Lukashenko. Y tampoco a Putin. Los tres son astillas de la misma madera y están cortados por el mismo patrón. El caudillo ruso, sofocada la revuelta laboral del caudillito Wagner, tuvo a bien asomarse a la televisión rusa anoche para decirle al país que él sigue en su sitio y decidido a someter no a Prigozhin sino a Ucrania.
La revuelta confirma que el Putin de 2023 es menos sólido, menos poderoso, que el Putin que inició la invasión en febrero de 2022
Putin está en el "pelillos a la mar" con los Wagner y en seguir prometiendo a sus gobernados que alguna vez terminará la guerra en Ucrania -perdón, la operación especial de seguridad-. Los gobiernos europeos quieren creer que, termine como termine esto de Prigozhin, si es que no ha terminado ya, la revuelta confirma que el Putin de 2023 es menos sólido, menos poderoso, que el Putin que inició la invasión en febrero de 2022.
El monstruo contra su creador. Que es tanto como decir el monstruo contra el monstruo.
Abascal saca pecho por los sillones que le ha arrancado al PP
Estuvo humilde ayer el capitán general de Vox, Abascal. Personado en Valencia para sacar pecho por los sillones que ya le ha arrancado al PP en esta región, se armó de modestia para afirmar que nadie ha ganado a nadie.
No quiere aparecer como vencedor en las negociaciones que se trae con el PP, pero claro, es que en la Comunidad Valenciana se ha cobrado cuatro sillones de una vez: la vicepresidencia del gobierno autonómico, tres consejerías y, de propina, la presidencia del Parlamento regional.
Las Cortes Valencianas tienen desde ayer al frente, como moderadora y árbitra del debate parlamentario, a una señora de Vox que se estrenó innovando. Y para mal. La tradición es que quien preside las Cortes haga un discurso integrador, no integrista. Ensalzando el valor del parlamentarismo y abrazando la neutralidad. Pero Llanos Massó escogió justo lo contrario. Como si le costara sacudirse el mitin. En la misma frase aludió al caso de las menores tuteladas y a la ley del 'sólo sí es sí'.
Estaba pletórico ayer Abascal porque a la relación de sillones que ya posee -Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón- confía en sumar pronto unas cuantas consejerías del gobierno de Extremadura
La nueva presidenta indicando a los diputados a quien deben reprobar. Hay que reconocerle a Vox su condición de partido desinhibido: en campaña desde la presidencia de las Cortes Valencianas. Y dos huevos duros.
Estaba pletórico ayer Abascal porque a la relación de sillones que ya posee -Comunidad Valenciana, Baleares, Aragón- confía en sumar pronto unas cuantas consejerías del gobierno de Extremadura. Una vez que naufrague la investidura instrumental de Guillermo Fernández Vara y una vez que María Guardiola se la envaine -la espada- y trague con compartir su gobierno con Vox.
El PP decreta la ley del silencio sobre sus negociaciones con Vox
El PP ha decretado ley del silencio sobre sus negociaciones con Vox en todo el país. La baronesa extremeña ha acatado la instrucción de evitar los medios y ha acatado también desconvocar la reunión que hoy iba a celebrar la dirección del PP en Extremadura. Y ayer difundió la carta que medio país, y todo Vox, ha interpretado como el principio del incumplimiento de la palabra dada. En la carta no dice que vaya a gobernar con Vox, pero sí pone el acento en lo respetable que es este partido -aunque deshumanice al inmigrante y relativice la violencia machista, se entiende-, lo respetable que es y lo claro que es el mandato de los extremeños para que haya cambio político en Extremadura. Aún no es una rectificación, pero sí es un acto de contrición.
Si Guardiola acaba incumpliendo siempre podrá decir lo que Sánchez, que no mintió, sólo cambió de opinión
Naturalmente, si la señora Guardiola forma alguna vez gobierno con Vox estará incumpliendo su compromiso y acreditando que lo que parecían firmes principios eran flor de un día. El PSOE, sin esperar a ese día, ya la ha condenado por insolvente. Portavoz, Pilar Alegría.
Tampoco es que pueda presumir el PSOE, teniendo el jefe que tiene, del valor de la palabra dada. Si Guardiola acaba incumpliendo siempre podrá decir lo que Sánchez, que no mintió, sólo cambió de opinión.
El presidente tiene un historial de incumplimientos de palabra y principios evaporados que es matemáticamente imposible que ningún otro líder político en España pueda no ya superarle, sino siquiera empatarle, en los próximos veinte o treinta años.
